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"Cuando me retire de la política, me dedicaré a lo social"

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Ximena Torres Cautivo

Fue el último de los candidatos y precandidatos presidenciales en responder nuestra entrevista sobre la pobreza. Sin duda, porque por esos días las explicaciones sobre el real monto de su riqueza le tenían copada la agenda. Finalmente, Sebastián Piñera Echenique (67 años) nos recibió en el piso 18 de su cuartel general en Apoquindo 3.000.

Cuando logramos entrar a su oficina, nos pidió que lo dejáramos almorzar. Eran las 3 y media de la tarde y se comió prolijamente una lasaña vegetariana con ensalada, mientras miraba concentrado su celular del que salía un enfático discurso en alemán. "¿Qué estás viendo, Sebastián?", preguntamos. "Ah, un video de cuando Hitler se entera de las platas del Partido Socialista", nos dice y luego agrega: "Yo no veo que hayan cometido nada irregular". Finalmente, entramos en materia con nuestra primera pregunta:

- ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando te digo pobreza?

- Sufrimiento, impotencia, indignidad y también una pérdida de potencial. Porque los pobres tienen una tremenda capacidad para aportar a sus propias vidas, a su realización personal, a su familia y también al país, pero la pobreza los limita. Por eso, la mejor inversión que puede hacer un país como Chile es derrotar la pobreza. Es la mejor inversión social para tener un país más pacífico y justo. La mejor inversión económica y política, porque un país sin pobreza fortalece su democracia y el sentido de misión y unidad que debe guiarnos.

- ¿Cuál es tu definición de pobreza?

- Pobreza es una situación de vulnerabilidad, en que la persona no puede satisfacer sus necesidades básicas y vive en indignidad. La pobreza se puede medir por nivel de ingreso y en forma multidimensional. Pero como quiera que se mida, Chile no puede perder de vista que es un compromiso moral derrotar la pobreza.

-¿Cuál es la herramienta más eficiente para combatir la pobreza?

-Si pudiéramos darles a todos educación de calidad, oportunidades de empleo y una familia sólida, terminaríamos con la pobreza. Pero como eso va a tomar tiempo, necesitamos paliar, aminorar, atenuar las consecuencias de la pobreza y, para eso, están las políticas sociales.

- ¿Qué vuelve pobre a una persona?

- La falta de educación es un pasaporte a una vida de frustraciones y pobreza, lo mismo que la falta de empleo y la debilidad de la familia. Que una familia sea fuerte o débil, tiene efectos muy notables. Las familias más débiles, desintegradas, quebradas o inexistentes fomentan la deserción escolar, la delincuencia, el narcotráfico. Ahí tenemos los indicadores más claros para hacer una distinción entre quiénes van a poder salir de la pobreza por sus propios medios y quiénes no. Hay también factores estructurales, que impiden que una familia, por más que se esfuerce, no conseguirá salir de la pobreza. ¿Ejemplo? Una madre sola a cargo de una familia numerosa. Ahí el Estado debe jugar un rol distinto, no sólo proveer herramientas de ayuda, sino que atacar las causas estructurales de esa pobreza.

-¿Quién es responsable de combatir la pobreza?

- El padre Hurtado decía que "la caridad empieza donde termina la justicia". Chile es un país que podría haber derrotado la pobreza y no lo ha hecho. Eso no ha sido falta de voluntad, no quiero asignarle malas intenciones a nadie, sino de capacidad, de conocer los instrumentos correctos. Durante nuestro gobierno la pobreza se redujo a la mitad porque creamos un millón de empleos, mejoramos los salarios, la calidad de la educación e intentamos fortalecer la familia. Además del Estado, yo creo en una sociedad solidaria, donde cada uno siente que no sólo es responsable de su propia vida, sino que tiene una responsabilidad con los demás, en especial con los más vulnerables: los pobres, los enfermos, los abandonados, los discapacitados. Esa solidaridad implica mirar al prójimo como un hermano, que es el principal mandato cristiano. Desde ese punto de vista, los ejemplos del padre Hurtado y del padre Renato Poblete fueron muy fuertes y elocuentes.

- ¿Qué crees que siente la mayoría de la gente cuando se le acerca alguien pobre?

- Muchos sienten temor y tratan de alejarse. A veces somos insensibles con la pobreza distante, como la de África, pero muchas veces también lo somos con la pobreza cercana y eso es grave. Aunque creo que Chile es un país solidario, lo demuestra cada vez que hay una catástrofe, un terremoto, maremoto un incendio, cuando pasa la emergencia, volvemos a refugiarnos detrás de nuestras corazas.

- ¿Qué haces en lo personal para combatir la pobreza?

- Es un tema que me inquieta, conmueve y sensibiliza. Trato de aportar apoyando a varias instituciones. Y también, como familia, hemos creado otras, como Fundación Futuro, Mujer Emprende, Elige Vivir Sano, que están orientadas a llevar cultura, educación y vida sana, especialmente a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.

- ¿Tu riqueza personal te ha distanciado de la pobreza?

- Mi padre era un empleado público y mi madre era muy austera. Ellos nos enseñaron la sencillez. Sé que tengo recursos, pero trato de vivir de la forma más sencilla que puedo y lo mismo les he enseñado a mis hijos. Ellos podrían pensar que tienen la vida comprada, pero no es así. Los enseñamos a ser trabajadores, esforzados, sencillos. Algunos de ellos trabajan en hospitales públicos, otros en fundaciones. Para mí lo importante es la actitud de vida. No me gusta el despilfarro, el derroche ni las ostentación.

- Algunos millonarios con sentido filantrópico cren que la peor herencia que se puede dejar a un hijo es una fortuna… ¿Qué opinas?

- No engancha con la pregunta y se va por el lado de los anuncios. Dice: "Yo tengo un gran proyecto por hacer. El día que deje el mundo de la política, que es una forma de servicio público intensa, sin descanso y de mucha frustración, me concentraré en lo social. En ayudar a que los más vulnerables, desamparados y débiles de nuestra sociedad tengan lo que todos queremos: felicidad.