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COMENTARIO

Morenos de Victoria

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En 1942, un año después de haberse comenzado a construir la oficina Salitrera Victoria, se funda el baile Moreno que se congrega en torno a la figura de la virgen del Carmen y en los años 80, de San Lorenzo.

A ambas fiestas acuden con una fe, organización, elegancia y solemnidad que impresiona. Son 75 años de ires y venires por la pampa y luego por el puerto. Cerrada la oficina Victoria, se instalan en Iquique, y deciden reorganizar el baile luego de un receso de casi diez años. Tuvimos el privilegio de conocerlos y como consecuencia de lo anterior, de quererlos. Estuvimos con ellos en La Tirana y en San Lorenzo del año 2016. Compartimos su sentido del humor, su espíritu comunitario, y sobre todo conocimos lo que es ser victoriano. "El que no conoció Victoria no conoció el paraíso", afirma René Santibañez.

Desde fines del siglo XIX los bailes de Morenos asisten a La Tirana. Sus trajes, mudanzas y matracas representan a los esclavos negros. El sonido de la matraca, replica el ruido de las cadenas, y remite a la idea de que el Norte Grande no solo es andino, sino que también es territorio de afrodescendientes. Los Morenos de Victoria traen al presente y al futuro a esta oficina cerrada el año 79 y destruida en los años posteriores. Un crimen patrimonial del que nadie se hace cargo. Escuela, piscina, canchas deportivas, teatro, pulpería entre otras fueron destruidas para ser vendidas como chatarra. Quedó la iglesia, hoy en Iquique y antes en Pica, y el quiosco de la plaza. Pero aún están los recuerdos.

Nos sumamos a la celebración de estos 75 años con el lanzamiento de un libro y documental que narra el dolor de haberlo perdido casi todo, y el orgullo de seguir levantando la memoria siempre viva y activa de los victorianos. Este regalo es posible gracias al FIC del Gobierno Regional y al Instituto Isluga de la Universidad Arturo Prat, pero sobre todo al inmenso corazón de los Morenos, una familia extensa de raíces largas y frondosas ramas.

"Quedó la iglesia, hoy en Iquique y antes en Pica, y el quiosco de la plaza. Pero aún están los recuerdos".

Bernardo Guerrero Jiménez,, sociólogo"