Cuando se anuncia, para el mes de enero del año 2018, la visita del Papa Francisco a Chile y recordando que hace más de 30 años, en el año 1987, nos visitó el entonces Papa Juan Pablo II, es interesante hacer algunas reflexiones al respecto en cuanto a los momentos que la iglesia católica vivía y vive en Chile en ambas visitas papales.
En 1987 Juan Pablo II venía precedido por su exitosa mediación que evitó una guerra entre Chile y Argentina, la iglesia católica era la reserva moral que todos agradecían para esos momentos difíciles que vivía Chile, nadie presagiaba los drásticos cambios que tendría su imagen años después, sí porque el Papa Francisco llegará el 2018 con maletas llenas de denuncias de pedofilia, abusos y culpables con sotanas sin debidos castigos y otros protegidos por la misma curia romana, lo cual ha traído el alejamiento de fieles, hoy la imagen de reserva moral que tenía fue cambiada por una de impunidad protegida, no olvidar que la primera misión que se autoimpuso Francisco fue sacar a los abusadores y pedófilos con sotanas de circulación, sin embargo en el tiempo ha ido perdiendo su enérgico tranco inicial, tal vez desestimó el peso de la curia romana en los pasillos del Vaticano, es así como hoy aún se mantienen algunos a pesar de estar muy cuestionados.
Si se agregan temas de hoy, como la despenalización del aborto, matrimonios entre personas del mismo sexo, su posición ante la demanda marítima de Bolivia ante Chile y el sostenido rechazo cuando nombra al obispo Barros en Osorno, entre otros, se llega a que las formas y fondos de ambas visitas son muy diferentes entre sí, entonces dado el escenario que tendrá el Papa Francisco en su visita, no debiera hacerle preguntas a los católicos como lo hizo Juan Pablo II, en el Estadio Nacional o Parque O'Higgins, más bien, debiera traer las respuestas a todas las inquietudes que mantienen a sus ovejas en Chile muy inquietas e incrédulas, sin lugar a ninguna duda, entre las visitas de Juan Pablo II (1987) y de Francisco (2018) existe un Chile de diferencia.
Luis Enrique Soler Milla