Entre otras particularidades que la definen, la identidad cultural constituye un cúmulo de vivencias estructurales, valores, tradiciones, simbologías, creencias, orgullos, etcétera, con cuyos ingredientes una agrupación de personas la construyen, a fin de fundar un sentimiento de pertenencia a un terruño querido. En ese sentido cuando nos preguntamos acerca del Iquique y los orígenes de su identidad, la madeja a desenrollar no es menor.
Primeramente, habría que preguntarse de qué Iquique hablamos. De un Iquique ancestral prehispánico, del Iquique durante los siglos de la conquista española, del Iquique peruano, del Iquique chileno, del Iquique del siglo XXI, del Iquique multicultural, del Iquique visto 'solo por encima', etc.
En esta trama espacio temporal, si por un lado tenemos un reconocido glamur cultural, la historia también describe sobre las condiciones laborales en las faenas productivas; el simple provecho de sus riquezas naturales; su falta de proyectos sostenibles a mediano y largo plazo; sus crisis económicas y sociales; el abandono desde la administración central; su aislamiento, etc. Esto último, al grado que la comuna de Iquique, solo casi al filo del siglo XXI consigue una carretera que lo une por la costa con Tocopilla y Antofagasta y el resto del país. Como sea, creo que una característica definitoria de la identidad de Iquique y sus habitantes, ha sido el evidente temperamento resiliente (capacidad de sobreponerse) ante las adversidades que reconocemos a la luz del relato histórico-cultural. Esa resiliencia, hace recordar a la cultura como elemento hacedor de desarrollo, especialmente en estos tiempos, en que nos empinamos a la tercera década del presente siglo.
Reconocimiento al aporte de La Estrella de Iquique y la Unap, frente a la iniciativa cultural de abordar los orígenes de la identidad local y regional, desde "Conversaciones sobre Tarapacá".
Pedro C. Oróstica C.