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La realidad de convertirse en madre y criar tras las rejas

A mayo de este año cinco embarazadas y 12 niños vivían en la cárcel de Iquique, siendo el número más alto, después de los penales de la Región Metropolitana. En la capital de Tarapacá, la mayoría está privada de libertad por delitos de droga.
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Ximena Araya Monroy

Según datos obtenidos a través de Ley de Transparencia, a mayo de este año, cinco embarazadas y 12 niños vivían en la sección materno-infantil del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Iquique (CCP), siendo el mayor número después de la Región Metropolitana.

Entre rejas y candados las progenitoras tienen la posibilidad de criar a sus hijos hasta los dos años. En el caso de Iquique, desde 2014 se cuenta con la Sala Cuna "Sonrisas de bebé", dependiente de Integra, que al día de hoy atiende a 10 niños, a partir de los 85 días de vida.

Dicho establecimiento cuenta con salas de actividades y estimulación, además de áreas verdes, patios y sala de juegos, que cumplen con los requerimientos técnicos de cualquier jardín de Integra.

Su directora Claudia Echegoyen, explica por qué se establece un plazo para que madre e hijo permanezcan juntos. "Más allá de los dos años el niño empieza a darse cuenta donde está y la idea es que el niño no está detenido, más de los dos años juega en contra de su desarrollo", enfatiza.

Pese a esto Echegoyen revela aspectos que dan cuenta del impacto de ser niños gestados y nacidos en la cárcel. "Son muy miedosos del entorno, de los ruidos, cosas cotidianas para nosotros... salir a un supermercado u oír un camión".

Justamente para evitar esto, se organizan salidas pedagógicas a lugares cotidianos, como el Agro, la Zofri, un supermercado u otro jardín infantil para que no sea tan difícil la adaptación al exterior. "Ahí uno se da cuenta que son niños con menos estímulo... ¿cómo tú le explicas el mar si el niño jamás ha salido? Por mucho que nosotros tratemos de darles todo lo que hay en el entorno, jamás va ser lo mismo que un niño que se está desarrollando afuera, más aún con toda la tecnología que hay hoy", expone.

Un aspecto relevante de esta sala cuna es que incorpora a las madres para fortalecer el vínculo con sus hijos y apoyarlas en el desarrollo de sus roles parentales, además de ayudarlas a enfrentar la separación. "Desde el día 1 que llegan acá saben que a los dos años se van sus niños, por lo tanto se les va preparando con psicólogos... ellas tienen que buscar familias y amigos que se puedan quedar con ellos, la idea es que el niño no se vaya a un hogar", enfatiza la profesional.

En el caso de los lactantes que tienen familias, también se les incluye y se propicia que los saquen de la cárcel por lo menos una vez al mes y cuando abandonan la cárcel, se les asegura un cupo en la red Integra.

Embarazadas

Si enfrentar un embarazo en el encierro es difícil, más complejo es para una extranjera. Así lo expone el abogado de la Defensoría Penal, Fabián Espejo, quien representa a imputadas indígenas extranjeras. "No cuentan con redes de apoyo, no tienen quien las vaya a visitar, por ende no tienen quien les vaya a dejar alimentos, artículos de aseo, vestimenta y en este sentido las mujeres están con lo puesto y se agrava aún más si tienen hijos".

Actualmente tiene a cargo la defensa de seis embarazadas y una mujer que dio a luz hace días, todas por delitos de tráfico de drogas, al igual que la mayoría de las féminas.

Entre sus casos figuran dos mujeres que fueron detectadas portando ovoides, quienes supieron su condición tras el examen en el hospital.

Espejo explica que la principal inquietud de estas internas es sufrir una condena alta. "Siempre tienen el temor que en algún momento les van a arrebatar sus hijos y como no tienen redes de apoyo en nuestro país, temen que se vayan a un hogar", esto porque en la mayoría de los casos advierte una ausencia paterna.

A esto se suma la precariedad material de estas mujeres, "las redes de apoyo son entre las mismas internas, entre ellas heredan la ropa de los bebés... Muchas de mis representadas que dieron a luz hace una semana, no reciben el ajuar (que entrega Chile Crece Contigo)".

En cuanto a la atención de salud, destaca, "Gendarmería se preocupa de las mujeres embarazadas, no han tenido problemas con los controles médicos, las llevan para ver el estado del bebé, fecha probable de parto".

No obstante que no se vulnera este derecho, afirma que existen protocolos donde las internas sienten que se atenta contra su dignidad. "En la sala de maternidad del hospital son seis mujeres y ella es la única esposada y con gendarmes al lado", aunque dice entender que son medidas de seguridad.

Otro aspecto que aporta el abogado es que en muchos casos hay familias completas en prisión preventiva y la red institucional debe operar para garantizar derechos tan básicos como inscribir un nacimiento.

Por último indica que en estos casos el Estado trata de velar por castigar los delitos, pero también por el interés superior del menor, por eso muchas veces los jueces de familia extienden la permanencia de estos niños en el penal a fin de no separarlos de sus madres.

Gendarmes

Un pilar fundamental para garantizar el derecho de las madres a permanecer con sus hijos son los funcionarios de Gendarmería.

Sobre este punto el presidente nacional de la Asociación de Funcionarios de Gendarmería (Anfup), Juan Carlos Orellana, tiene una mirada crítica.

"Las funcionarias velan por el cuidado de los lactantes que están al interior del establecimiento penal, pero también velan por la seguridad interna, cumplen prácticamente dos funciones al mismo tiempo", cuestiona.

Sin embargo su mayor preocupación tiene que ver con que muchos penales que reciben a los hijos de las internas, "no reúnen las condiciones para estar con lactantes", que aclara no es el caso de Iquique.

Por lo tanto, sostiene, "hay una responsabilidad del Estado... deberían tener un lugar físico adecuado para esos lactantes".

Para que el desapego a los dos años no sea un tema traumático, Gendarmería apoya este proceso a través del programa Creciendo Juntos, donde se ubica a la familia del menor o un tutor para que se haga cargo.

Junto con esto, existe el programa Abriendo Caminos del Ministerio de Desarrollo Social, destinado a niños y adolescentes que tienen un adulto significativo privado de libertad. En la región tiene una cobertura de 180 menores, que son acompañados por un equipo durante dos años, que trabaja con la familia de los niños para mitigar el impacto de la separación.

Con esto se apoya a los menores, se fortalecen las habilidades parentales de los tutores y se refuerza el vínculo con la persona privada de libertad, buscando que cuando retorne al grupo familiar el impacto de la separación no cale tan hondo en la familia.

Durante tres semanas este diario intentó que la Dirección Regional de Gendarmería autorizara que las madres privadas de libertad contarán su realidad, a lo cual no accedió, excusándose en un dictamen de Contraloría que condiciona el ingreso de equipos periodísticos a las cárceles, pero tampoco existió disposición a explicar en qué consistía el programa.

Ley Sayén

A raíz del caso de la comunera mapuche Lorenza Cayuhan que permaneció engrillada durante su parto en octubre del año pasado en una clínica privada de Concepción y con la presencia de dos gendarmes, en enero se ingresó un proyecto de ley que apunta a que las embarazadas o con hijos de hasta tres años cumplan sus condenas con medidas no privativas de libertad, primando el derecho de los niños a nacer libres y con igualdad de oportunidades, cumplido este plazo las mujeres seguirán sus condenas.

"Son miedosos del entorno, de los ruidos, de cosas cotidianas".

Claudia Echegoyen, Integra."

"Siempre tienen el temor que... les van a arrebatar sus hijos"

Fabián Espejo, abogado."