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Iquiqueño ostenta 820 horas de vuelo ininterrumpido

Enrique Zufic, es el piloto más experimentados del Club Aéreo Iquique, que la semana pasada celebró 80 años.
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Ximena Araya Monroy

Cuarenta y seis años surcando los cielos de la región y otros puntos del país, lleva el piloto civil Enrique Zufic (69), quien recordó que fue su tío, un oficial de la Fuerza Aérea, quien le inculcó su afición por el vuelo.

"Las primeras veces que tomé una caña (control de vuelo) de avión fue alrededor de los 7 u 8 años, que mi tío me sentó en sus faldas mientras volaba, hoy eso no se puede hacer, pero en esos años sí", evoca el integrante más antiguo del Club Aéreo Iquique, institución que la semana pasada celebró 80 años de trayectoria.

Este amor por el vuelo lo llevaron a ingresar en 1965 a la Escuela de Aviación Capitán Manuel Ávalos Prado, donde estuvo un año y medio. Sin embargo, problemas de salud lo obligaron a retirarse, sin que este revés minara sus ansias de volar.

Piloto

Fue así como en 1971 se inscribió en un curso de piloto civil en el exaeropuerto de Cavancha, que le permitió contar con su licencia para pilotear aviones de tipo monomotor hasta de 5.700 kilos.

Con mucho orgullo, resalta que este año la Federación Aérea de Chile premió a aquellos pilotos de trayectoria ininterrumpida, ocasión en que fue reconocido por sus 46 años en el aire, que en la actualidad se traducen en cerca de 820 horas de vuelo, que se inscriben en su bitácora de vuelo.

"Para el ser humano volar es antinatural, nosotros estamos aquí en el fondo emulando a las aves", reflexionó mirando las avionetas dispuestas afuera del hangar del Club Aéreo.

Lamentablemente no todo ha sido felicidad para Enrique, a quien a fines de 1972, le tocó enfrentar el fallecimiento de un compañero de vuelo, Patricio Reyes Díaz, que lo tiene inscrito como uno de los capítulos más tristes de su vida.

"Siempre me pregunto ¿por qué continúo en esto?, porque me da una satisfacción tremenda volar, segundo porque no me puedo llevar los problemas terrenales al cielo y eso me produce relax, arriba estoy concentrado en lo que estoy haciendo", enfatiza este ingeniero civil agrícola de profesión, que se ha dedicado toda la vida a los negocios, lo que compatibiliza con su pasión por los aviones.

Afortunadamente su familia siempre lo alienta a cultivar este pasatiempo, el que comparte con ellos, especialmente con su hija.

Lo que más lo llena de satisfacción en su trayectoria dentro de la institución, en la cual se ha desempeñado muchos años como tesorero, es la labor social que desarrolla.

Labor social

"Siempre tenemos que estar llanos a los llamados que nos pueda hacer la comunidad por cualquier situación", recalca, recordando que el año pasado a raíz de un paro de camioneros, concurrieron hasta Arica para traer a una persona que debía dializarse con urgencia en el Hospital de Iquique.

"También tenemos mucho contacto con la gente de los municipios extremos", enfatiza.

El pasado jueves, junto a otros 30 colegas, celebró un nuevo aniversario del club, que nació al alero de la Fuerza Aérea, un 27 de julio de 1937, luego que la Primera Guerra Mundial dejara lecciones de que el país requería contar con una reserva de pilotos civiles, lo que se tradujo en el Grupo de Aviación N°1 con base en Alto Hospicio, que luego se transformó en el Club Aéreo Tarapacá, que mantuvo el nombre hasta 1969, año que pasó a llamarse Club Aéreo Iquique.

Dicha entidad dentro de sus objetivos busca compartir la experiencia de volar con los demás. De esto dio cuenta el presidente del club, César Villarroel. "Lo que más siente uno como piloto es la posibilidad de compartir esa sensación de libertad y amplitud... de tal manera asimilar el vuelo a un proceso de vida, si uno se alza sobre sus debilidades puede transformar esas debilidades en fortalezas".

Por esta razón ejecutan el programa "Aguiluchos" que permite que niños de localidades aisladas o en situación de vulnerabilidad, puedan disfrutar de la experiencia de volar.

"Para el ser humano volar es antinatural, nosotros estamos aquí en el fondo emulando a las aves".

Enrique Zufic, piloto civil y socio de Club Aéreo Iquique"

Iquiqueño ostenta 820 horas de vuelo ininterrumpido

Enrique Zufic, es el piloto más experimentados del Club Aéreo Iquique, que la semana pasada celebró 80 años.
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Ximena Araya Monroy

Cuarenta y seis años surcando los cielos de la región y otros puntos del país, lleva el piloto civil Enrique Zufic (69), quien recordó que fue su tío, un oficial de la Fuerza Aérea, quien le inculcó su afición por el vuelo.

"Las primeras veces que tomé una caña (control de vuelo) de avión fue alrededor de los 7 u 8 años, que mi tío me sentó en sus faldas mientras volaba, hoy eso no se puede hacer, pero en esos años sí", evoca el integrante más antiguo del Club Aéreo Iquique, institución que la semana pasada celebró 80 años de trayectoria.

Este amor por el vuelo lo llevaron a ingresar en 1965 a la Escuela de Aviación Capitán Manuel Ávalos Prado, donde estuvo un año y medio. Sin embargo, problemas de salud lo obligaron a retirarse, sin que este revés minara sus ansias de volar.

Piloto

Fue así como en 1971 se inscribió en un curso de piloto civil en el exaeropuerto de Cavancha, que le permitió contar con su licencia para pilotear aviones de tipo monomotor hasta de 5.700 kilos.

Con mucho orgullo, resalta que este año la Federación Aérea de Chile premió a aquellos pilotos de trayectoria ininterrumpida, ocasión en que fue reconocido por sus 46 años en el aire, que en la actualidad se traducen en cerca de 820 horas de vuelo, que se inscriben en su bitácora de vuelo.

"Para el ser humano volar es antinatural, nosotros estamos aquí en el fondo emulando a las aves", reflexionó mirando las avionetas dispuestas afuera del hangar del Club Aéreo.

Lamentablemente no todo ha sido felicidad para Enrique, a quien a fines de 1972, le tocó enfrentar el fallecimiento de un compañero de vuelo, Patricio Reyes Díaz, que lo tiene inscrito como uno de los capítulos más tristes de su vida.

"Siempre me pregunto ¿por qué continúo en esto?, porque me da una satisfacción tremenda volar, segundo porque no me puedo llevar los problemas terrenales al cielo y eso me produce relax, arriba estoy concentrado en lo que estoy haciendo", enfatiza este ingeniero civil agrícola de profesión, que se ha dedicado toda la vida a los negocios, lo que compatibiliza con su pasión por los aviones.

Afortunadamente su familia siempre lo alienta a cultivar este pasatiempo, el que comparte con ellos, especialmente con su hija.

Lo que más lo llena de satisfacción en su trayectoria dentro de la institución, en la cual se ha desempeñado muchos años como tesorero, es la labor social que desarrolla.

Labor social

"Siempre tenemos que estar llanos a los llamados que nos pueda hacer la comunidad por cualquier situación", recalca, recordando que el año pasado a raíz de un paro de camioneros, concurrieron hasta Arica para traer a una persona que debía dializarse con urgencia en el Hospital de Iquique.

"También tenemos mucho contacto con la gente de los municipios extremos", enfatiza.

El pasado jueves, junto a otros 30 colegas, celebró un nuevo aniversario del club, que nació al alero de la Fuerza Aérea, un 27 de julio de 1937, luego que la Primera Guerra Mundial dejara lecciones de que el país requería contar con una reserva de pilotos civiles, lo que se tradujo en el Grupo de Aviación N°1 con base en Alto Hospicio, que luego se transformó en el Club Aéreo Tarapacá, que mantuvo el nombre hasta 1969, año que pasó a llamarse Club Aéreo Iquique.

Dicha entidad dentro de sus objetivos busca compartir la experiencia de volar con los demás. De esto dio cuenta el presidente del club, César Villarroel. "Lo que más siente uno como piloto es la posibilidad de compartir esa sensación de libertad y amplitud... de tal manera asimilar el vuelo a un proceso de vida, si uno se alza sobre sus debilidades puede transformar esas debilidades en fortalezas".

Por esta razón ejecutan el programa "Aguiluchos" que permite que niños de localidades aisladas o en situación de vulnerabilidad, puedan disfrutar de la experiencia de volar.

"Para el ser humano volar es antinatural, nosotros estamos aquí en el fondo emulando a las aves".

Enrique Zufic, piloto civil y socio de Club Aéreo Iquique"