Secciones

Una tradición patronal que se niega a morir

Con bronces y calapurca, algunos tarapaqueños siguen rescatando la esencia de la celebración de San Lorenzo.
E-mail Compartir

Naguib Danilla Segovia

Un sofocante calor se siente al mediodía en el poblado de Tarapacá durante un soleado 9 de agosto de 2017.

Faltaban solo horas para la tradicional ceremonia en donde se realiza la tradicional eucaristía de Víspera en honor a San Lorenzo y unas tantas más para la famosa "rompía del alba", ceremonia que se realiza para esperar el amanecer del 10 de agosto y que comprende también una procesión por las calles de Tarapacá.

Estos dos hitos de la celebración del patrono de Tarapacá marcan la evidente convivencia entre las tradiciones religiosas, que llenaban de color la plaza del poblado con distintos bailes e imágenes del "Lolo" y por otro lado, estaban los sonidos de los bronces, con el inconfundible cachimbo, y uno que otro hit del momento entonado por más de 10 personas armadas con una trompeta en la mano.

Patronal

Es que son estas últimas tradiciones patronales, las que se niegan a morir. Hace más de 20 años que la fiesta es organizada por la Iglesia Católica, y a medida que fue creciendo, menos gente oriunda de la quebrada se vio involucrada en el proceso de organización. Aunque un grupo de pobladores se resisten a que sus costumbres sean olvidadas.

"Nosotros lo que estamos haciendo es mantener nuestras costumbres, por eso que nosotros formamos una organización que se llama Tarapacá Ancestral. Con esto nosotros año a años tratamos de mantener lo nuestro, de recuperar lo nuestro", dice Óscar Sciaraffia Bernales, oriundo del pueblo y presidente del Centro Cultural y Social Tarapacá Ancestral, agrupación que rescata las tradiciones de la fiesta con música y otros infaltables en la fiesta del patrono.

Aunque lleva tiempo al mando de la Iglesia la fiesta, Sciaraffia aún siente que los tarapaqueños antiguos son "pasados a llevar", pero cuenta con orgullo que como asociación han logrado recuperar bastantes cosas que -según él- le pertecen históricamente a los oriundos de ese sector de la comuna de Huara.

"Hemos conseguido recuperar la retreta, que se está haciendo ahora en la plaza, recuperar también la retreta en la noche. Todos los horarios que habíamos perdido", precisa.

En ese sentido, comentó que este año su grupo recibió unos fondos, que eran del Consejo de la Cultura, de $3 millones 900, además de dineros donados por la Iglesia. Estos sirvieron para traer a una banda de bronce para animar con cachimbo, y otras tonadas, a los fieles. Entonaciones, que cuentan con la venia de los bailes religiosos, quienes pacientemente esperan el término de las canciones patronales, para empezar sus danzas.

"Hemos logrado conseguir que ellos nos dejen participar, porque años atrás no nos dejaban participar. Ellos empezaban a bailar con sus bandas y no nos dejaban tocar. Ahora ellos se quedan quietos y callados. Eso lo hemos conseguido a través de conversaciones con las agrupaciones de baile e Iglesia", concluye.

Calapurca

Otro símbolo de la celebración patronal es el parabién, tradición que se desarrolla a la orilla del río tras el baile del cachimbo y la cueca nortina el 10 de agosto, donde los tarapaqueños comen calapurca.

Ancestral preparación que consta de un guiso de carne de vacuno, llamo, cordero y gallina. Mezclado con el sabor único del mote.

Lamentablemente con el paso de los años, cada vez hay menos lugares en donde se puede degustar del sabroso alimento. Entremedio de cientos de parrillas, la señora Justina Callasaya, quien es de Pachica, pero siempre en estas fechas se mueve a su casona de calle Los Libertadores en Tarapacá para hacer esta sopa, sumada a otras de sus especialidades, el picante de conejo.

"Pongo a cocinar temprano, el mote, la carne y la papa. Después nos ponemos a preparar la calapurca (...) El día 10 de agosto corre harto la calapurca, hago una fondada y la termino. Más que nada es la tradición", detalla.

En las varias décadas que lleva asistiendo a la fiesta, cree que ésta sí ha sufrido algunos cambios. "Era familiar, no es como ahora que es más negocio y 'tomatera', ya que aunque haya Ley Seca, igual hay alcohol", finaliza.

"Lo que estamos haciendo es mantener nuestras costumbres"

Óscar Sciaraffia, presidente del Centro Cultural y Social Tarapacá Ancestral."