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José Quispe y su camino junto a la Reforma Agraria en Tarapacá

El agricultor de Pintados, en Pozo Almonte, relata cómo fueron los difíciles albores de la reforma.
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Redacción

Una vida ligada al esfuerzo y a la agricultura es la que ha desarrollado José Quispe Mamani (68), horticultor de la Colonia Agrícola de Pintados, en la comuna de Pozo Almonte, al interior de la región de Tarapacá, quien gracias a la Reforma Agraria, hoy es dueño de una tierra que trabajó cuando no muchos daban un peso por ella.

Si bien, la Reforma Agraria que comenzó en 1965 por el Presidente Eduardo Frei Montalva, se tradujo en miles de hectáreas entregadas a quienes trabajaban la tierra, lo cierto es que cuando terminó, en 1973, en Tarapacá se habían expropiado 8.981 hectáreas físicas, 2.769 hectáreas de riego básico y 153 hectáreas de secano arable, esto según datos proporcionados por la Corporación de Reforma Agraria (Cora).

José llegó a comienzos de la década de los '70 a Pintados, tras la invitación de un familiar. "Un tío había aportado dinero para sumarse a la agrupación 'Tierras de Jehová' y paralelamente me había quedado debiendo dinero por un encargo. Como no tuvo para devolver lo adeudado, al final me cedió su cupo en la agrupación y saldamos la deuda", recordó el agricultor.

El territorio al que llegó había sido expropiado a un grupo de particulares durante la administración del Presidente Salvador Allende. "Cuando llegué, solamente estaba la piscina de acumulación de agua, el colegio que funcionaba en una ex casa patronal y el campamento de trabajo, pero todo era desierto", aseveró.

"En el año '73 se empezaron a construir algunas de las casas que todavía siguen de pie. Las 27 familias que estaban cuando yo llegué eran comunitarias para trabajar. Todo era en unión. Lamentablemente ello no fue suficiente, pues las personas que quedaron a cargo de las tierras no imaginaban lo difícil que era la vida de un agricultor", afirmó.

"Había 'agricultores' que eran choferes, patrones de pesca, pero en verdad no sabían mucho sobre agricultura, así que les fue mal. Fue ahí cuando llegó la pobreza, pasamos hambre y harta necesidad, todo por no tener conocimiento. Para ser un buen agricultor hay que madrugar. Levantarse a las 5 o 6 de la mañana y estar despierto hasta la noche, porque uno además tiene ganado. Creo que la agricultura es un trabajo sacrificado y mal pagado, así que quien no esté dispuesto a sacrificios, es mejor que busque otro trabajo, porque lo pasará mal", advirtió.

José vio cómo se desempeñaba la comunidad y advirtió la irresponsabilidad. "Debimos haber trabajado más, siempre se trató de hacer lo mínimo, por eso pasamos hambre", recordó y agregó que podrían haber hecho cosas maravillosas. "Teníamos créditos con 1% de interés, pero la negligencia lo impidió. La tierra no estaba en condiciones y la gente no estaba acostumbrada. Quienes no se levantaban temprano terminaron vendiendo".

Beneficios

Al consultar sobre los beneficios que trajo la implementación de la Reforma Agraria, José dice sentirse doblemente beneficiado. "Por un lado me favoreció el gobierno de Salvador Allende con la expropiación del terreno que hoy poseo, mientras que en el gobierno militar de Augusto Pinochet recibí el título de dominio de las 5 hectáreas que están a mi nombre. Soy muy afortunado y agradecido de todo, porque los gobiernos que vinieron después nos apoyaron a través de proyectos", enfatizó, al tiempo que destacó el apoyo de Indap, donde tras certificarse como usuario, comenzó a postular para créditos y así potenciar la Colonia Agrícola de Pintados.

En varias de sus etapas, la Reforma Agraria benefició a miles de agricultores y así lo entiende José Quispe. "Si no fuera por la Reforma, hoy no tendría todo esto, no estaría cultivando en 5 hectáreas. En esos tiempos no cualquiera podía comprar una tierra, no todos tenían recursos, es por eso que soy un agradecido. De otra forma no tendría nada y estaría trabajando para alguien más, no sería mi propio jefe", argumentó.

Prontamente comenzaron a mejorar la calidad del suelo, que era salina y alcalina. La agrupación "Tierras de Jehová", que reúne a 14 parceleros, adquirió un burro, una camioneta y así vieron la tierra florecer lentamente. Luego nació la agrupación "Juventud de Desierto" y a ella se sumó el grupo "Nuevo Amanecer".

Los primeros cultivos fueron de cebolla y betarraga y luego José probó con tomate, zanahoria y lechuga. Los agricultores también innovaron probando cultivos de papa, sandía y melón. Tras la notoria mejora de los niveles de minerales en la tierra, José inició una siembra que mantiene hasta hoy, la de alfalfa. Con el sacrificio que conlleva este rubro, el agricultor renovó la tierra y con el pasar de los años ha aumentado notoriamente las hectáreas para cultivo.

"Yo pude encabezar algunos cambios y nunca me rendí, dije: la tierra no me puede ganar, y no lo ha hecho. Nosotros cultivamos donde los ingenieros dijeron que el terreno no era apto para la agricultura".

Para Raúl Quinteros, director regional (s) de Indap, "el expresivo relato de don José Quispe, nos sitúa en el contexto de esperanza de bienestar de la familia campesina de los año 70; misma esperanza que se mantiene hoy tras 50 años, con más dignidad que ayer, con más tecnología y apoyos, que han permitido doblegar al desierto y convertirlo en una hermosa tierra de oportunidades".

"Había 'agricultores' que eran choferes, patrones de pesca, pero en verdad no sabían mucho sobre agricultura, así que les fue mal".

José Quispe, agricultor de Pintados."