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La fusión chileno peruana de los churros de "El Huaralino"

Desde el 2003 se ubican en la calle Tarapacá, para deleitar el paladar de los iquiqueños y los afuerinos que los prefieren.
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Mariela Cabello Venegas

Denominados por algunos de sus clientes como los "Churritos", llegaron desde la ciudad de Huaral en Perú para convertirse en uno de los carritos tradicionales que en el centro de Iquique deleitan los paladares iquiqueños con su producto estrella.

Jesús Sotta, es el precursor de este emprendimiento que hoy elaboran en familia y según cuenta fue en 1999 que llegó a Iquique junto a su maestro chileno, Sergio Meneses, quien venía de La Serena, con quien comenzaron a intentar recetas para dar con la mejor para hacer churros.

"Mi maestro que me enseñó es de La Serena y se llama Sergio Meneses y tiene experiencia en su panadería y empanadas en el Agro", cuenta Sotta.

La receta, según comenta, es una fusión de lo chileno y lo peruano.

"Yo sabía hacer de una forma y mi maestro de otra, entonces empezamos a probar que es lo que le gustaba más a la gente. Hasta que dimos en el clavo y fue furor", recuerda.

El carrito "Huaralino"

La venta en el centro, fue buscando un espacio, puesto que en la costanera cerca a la playa, ya existían otros, pero no en la zona centro.

De esta manera, cuando el padre de Jesús, Pablo Sotta, llegó a Iquique tomaron la iniciativa de instalarse con el carrito al que llamaron "El Huaralino", así como el gentilicio que tienen los habitantes de su ciudad natal, Huaral.

"Muchos me dicen Huara, pensando que soy de Huara, pero mi ciudad es Huaral. En todo caso, yo ya llevo casi 18 años en Chile, tengo una hija iquiqueña de 13 años, así que me siento parte de aquí, así que los escucho con respeto y no me hago problema", señala.

Los que lo conocen, saben que todos los días se ubican en la calle Tarapacá, aunque haga frío o calor.

"Empezamos a vender del 2003 aquí afuera del Unimarc, con un permiso provisorio de la alcaldesa de ese tiempo, Mirta Dubost, después con Soria nos siguió respetando ese permiso, hasta que nos quedamos acá fijo hasta ahora", indica.

Los clientes

Por su parte, Pablo Sotta, comenta que ya tienen su público, y que la gente los prefiere y los busca.

"Incluso vienen acá de otras partes y dicen, yo no puedo irme de Iquique sin comer sus churros. Se hizo como una tradición ya", comentan.

Tanto es así, que a diario llegan a vender hasta 100 bolsas de churros de medio docena.

"Gracias a Dios nos va bien. Y eso es bueno, porque es el trabajo que tenemos yo y mi papá, que cada uno tiene su familia que mantener", precisa.

Los maestros

Respecto a la tradición del churro, el huaralino, que lleva la batuta en el centro, respecto a este producto, indica que en Iquique, por ser ciudad de playa, era una tradición y habían muchos quienes los preparaban y muy bien.

"Por lo que sé, aquí habían varios maestros antiguos, pero el problema es que los maestros antiguos se van y su receta no la dan, se la llevan con ellos".

Su mayor dificultad, hasta dar en el clavo con la receta, que para él es única, tiene relación con la cantidad de azúcar y sal de la masa.

"En otras partes los venden rellenos con manjar y con otras especies. Nosotros aquí vendemos el tradicional con más o menos azúcar según lo prefieran y también lo damos con manjar para el que quiera", sonríe.

Asimismo, Jesús cuenta que en estos años alejado de su Huaral natal, tierra fértil calificada por él, debido a que es una de las mayores abastecedoras de frutas y verduras de Lima, se ha entusiasmado con las fiestas del norte de Chile.

"Yo no me pierdo la fiesta de La Tirana, ni de San Lorenzo. Todos los años parto para allá con mi carrito, y la gente que nos reconoce nos sigue comprando", asegura.

"Empezamos a probar que es lo que más le gustaba a la gente. Hasta que dimos en el clavo y fue furor".

Jesús Sotta,, vendedor de Churros, "El Huaralino"."