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Dejó La Habana para ir a Surinam y terminó en Iquique

Dejó el trabajo administrativo como secretaria para buscar un mejor futuro para ella y su familia. Hoy trabaja como garzona en un restaurante del centro.
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Mariela Cabello Venegas

Siempre "pa' delante" es el lema que lleva en el corazón, la cubana, Dinorach Terri, a un año de haber salido de La Habana de sus amores, y haber pasado primero por Surinam, antes de llegar a Chile.

Dinorach, es directa y señala que "todo cubano que emigra sale buscando un mejor futuro para los hijos y la familia, y eso es lo que me pasó a mí", dice Dinorach con su sonrisa bien plantada en el rostro.

Por ello, primero tuvo la oportunidad de irse a Surinam, pero allá no encontró lo que esperaba, especialmente por la complejidad del idioma.

"El inglés, el taqui taqui, el holandés, el dosh son los idiomas de allá, pero sobrevivi porque la lucha por la supervivencia te hace aprender cosas, y aprendí algo de inglés, y estuve trabajando en hoteles, restaurantes y sobreviví hasta que se me dio la oportunidad de venir para Chile", señala.

Iquique

Tras 8 meses en la ex Guayana Neerlandesa, se le dio la oportunidad de venirse a "La Tierra de Campeones", donde pidió asilo político y le fue concedido.

"Llegué un día 2 y el día 7 ya tenía trabajo, en este local, "Los sabores de la Casa" y aquí mismo estoy", cuenta.

En Cuba, se dedicaba a ser secretaria de gestión documental, asistente a pacientes, archivista y otros trabajos administrativos, sin embargo el dinero no alcanzaba.

"Acá alcanzo un poco más porque igual es difícil la renta, pero sobrevivo", comenta.

Los terremotos

Sobre qué le pareció Iquique, en este tiempo de estar acá, Dinorach dice que se ha encontrado con muy buenas personas.

"No puedo decir que he sufrido de racismo porque no es así. Pasan sus cosas, como en todas partes del mundo, pero todo es muy chévere", indica.

Eso si, asegura que el clima no le gusta porque aún siente mucho frío.

"Lo que si le tengo miedo a los terremotos. He sentido uno, muy poco, pero aquí es como si nada, nadie se mueve. Veo una cosita como que se mueve y está temblando, pero nada fuerte, por suerte", sonríe.

Sus preocupaciones

Dinorach, es casada en Cuba y tiene dos hijos, "una hembra de 15 y un varón de 23 y aquí estoy sola, luchando, echando pa' delante tratando de traer a mis hijos para acá", comenta.

Para ella, sólo volvería a Cuba para traer a sus hijos, "porque veo un poquito más de derechos humanos aquí, no hay limitaciones. Lo único que afecta como migrantes son las casas, porque se pasan mucho (en los arriendos)", señala.

En este contexto, la cubana es crítica y enfatiza, que el tema de las casas es lo que más le ha impactado.

"Para ser un país económicamente avanzado veo mucha pobreza en las casas. No me gusta su estructura, los cuarticos, que te quieren cobrar 120 mil por una piecesita pequeña, pero como yo digo yo estoy gateando todavía, espero en el futuro tener algo mejor para vivir", sostiene.

La nostalgia

Al despedirse, Dinorach, se emociona al recordar la falta de su familia o el sabor de esos "chícharos bien ricos o de esos porotos chiquiticos que no hay acá", pero asegura que son solo son segundos.

"Cuando eso pasa, oigo música o salgo a caminar o hay mucha pega. Ya he adquirido muchas de sus palabras. Tengo las metas claras y pese a todo yo sigo pa' delante siempre", recalca sonriente y confiada.

"No puedo decir que he sufrido racismo porque no es así. Pasan sus cosas como en todas partes del mundo".

Dinorach Terri, trabaja como garzona en "Sabores de Casa"."