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Jóvenes afuerinos cuentan cómo es la vida en Colchane

Pertenecen a Servicio País y llegaron en marzo a la comuna. Quedaron impactados con sus atractivos.
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Naguib Danilla Segovia

Colchane en aymara significa qullchanni, que traducido al español refiere a la existencia de qullcha, un tipo de pasto abundante en esta zona ubicada a casi 3.700 metros por sobre la altura del mar.

Vegetación desértica que sorprendió a los jóvenes provenientes de otras regiones del país, Klaus Hennicke y Gipsy Torres, que este año conocieron la comuna. El primero es un sociólogo oriundo de Coyhaique y la segunda una ingeniera en construcción de La Serena.

Ellos gracias al programa Servicio País -de la Fundación Superación de la Pobreza- llegaron por un año al poblado tarapaqueño junto a otros dos profesionales, tras un variado proceso selectivo.

"Yo hice una carta para postular, más que nada por el tema de territorialidad, de la desigualdad a nivel profesional que se da en este país. De ahí me hicieron una entrevista grupal, una vez que pasó la entrevista (...) después me llamó Lucía Silva, que es la directora regional (del programa) y ahí hablamos, y me contó cómo era el lugar", cuenta Klaus Hennicke, coyhaiquino que está en Colchane por Servicio País.

Misma historia relata Gipsy, serenense que se sinceró y dijo que no conocía de la existencia de Colchane, hasta que la designaron. Aunque no dudó en ir, ya que lo de ella siempre fue el servicio a la comunidad.

"Para empezar yo no sabía donde quedaba Colchane (...) cuando Lucía (Silva) me dice que quedé, empecé a investigar todo lo relacionado a Colchane", relata Torres.

Identificado

A ambos lo que más le llamó la atención de Colchane, aparte de sus paisajes únicos, fue poder ser un aporte a la comunidad, sobre todo en contexto de aislamiento y de vulnerabilidad en el que se desenvuelven.

"A mí me contrataron como sociólogo, para que ayude en la asociatividad y fortalecimiento organizacional en la artesanía y la producción de la quinua, igual he tenido que ir a Cariquima a ayudar a un liceo, en un libro que ellos estaban sacando que se llamaba: Colchane, paisajes que encantan", dice Hennicke.

En el caso de Gipsy, ella ha estado ayudando en el Secplac de la Municipalidad de Colchane y ahora trabaja en el proyecto de pavimentos participativos que beneficiará a las comunidades de Mauque, Quebe y Pisiga Choque. Pero al igual que Klaus, al principio le costó ganar la confianza de los colchaninos, a quienes los definió como "muy cerrados" cuando uno recién los conoce.

"Son personas muy amables, pero muy cerradas en su círculo. Cuesta entrar bastante. Pero una vez que agarran confianza y cariño, son muy amables. Esto se dio con el tiempo, con las reuniones", recuerda Gipsy.

Electricidad

Una cosa que ven estos chicos es el potencial agrícola que posee Colchane, especialmente con la quinua. Aunque aún ven con sorpresa la falta de electrificación que tiene el poblado, realidad que han tenido que vivir en carne propia.

"Tenemos cinco horas de electricidad, de las siete de la tarde a las 2 de la madrugada. A veces se corta. Al principio era chocante y traumante, pero pasado el tiempo uno se acostumbra (...) es admirable la gente de Colchane, pero cuando llegue la luz va a cambiar mucho la comuna", concluye Gipsy Torres.

"Yo no sabía donde quedaba (...) (cuando quedé) empecé a investigar todo lo relacionado a Colchane".

Gipsy Torres,, ingeniera en construcción y voluntaria de Servicio País."