Una profesora uruguaya que en Chile ya se siente "como en casa"
Pese a que sus inicios en la ciudad fueron difíciles en términos de adaptación, hoy sabe que es donde quiere quedarse.
Aunque le costó un año decidirse a dejar su natal Montevideo, para seguir a sus padres que se habían venido a Pica por motivos de trabajo, apostó por Iquique y llegó a la ciudad con solo 20 años.
Ella es Kilmeny Camejo, traductora y profesora de inglés que actualmente está cubriendo un reemplazo en el colegio "Corona School" con niños entre 1° a 5 ° básico.
"Me costó la adaptación, unos 3 o 4 años, pero me siento muy a gusto y muy en casa aquí. Voy siempre a Uruguay, mantengo el contacto", comenta Kilmeny respecto a sus primeros años en Chile, lejos del afecto de sus amigas de toda la vida, que fue lo que más le costó dejar en su tiempo de adolescencia.
Choque cultural
Para Kilmeny, quien es titulada de la universidad Arturo Prat, lo más fuerte que vivió al llegar a esta ciudad fue el choque cultural.
"Al principio estaba todo lo nuevo y después el rechazo y la rabia, y eso lo viví súper profundamente como un año y medio, todo lo que era distinto del Uruguay, mi dialecto, mi acento, mis chistes, mi comida y extrañe mucho eso. Pero cuando me hice un grupo de amigas en la universidad, todo fluyó", cuenta.
Eso sí, reconoce que descubrió de cerca una especie de "prejuicio social", respecto a cómo "te identifican por ser extranjera o la profesión de tu padre, eso determinaba mucho y me encasillaban. Pero pasa en todas partes, pero acá lo noté bastante", dice.
Lo positivo
Dentro de lo positivo, Kilmeny destaca la acogida que tuvo de la gente y de sus compañeros de universidad en especial. "El acento cae simpático, a la gente le gusta, estuvieron muy dispuestos a conocer de mi", señala.
Del mismo modo recuerda como sus compañeros le enseñaban a entender los modismos chilenos, entre ellos el "cachai".
"Al principio no entendía nada como el ´soy barsa´. No entendía cómo decís soy, soy barsa, si estás hablando del otro, era una confusión y eso me parecía muy curioso y muy simpático, y yo también iba intercambiando mis modismos. Ahora ya estoy acostumbrada y entiendo el 95 % de todo", ríe.
Las pastas
Por otra parte, entre los sabores que descubrió en el norte estuvo el de los productos del mar, los sabores de frutas con alcohol como el pisco sour y el mango sour y el del vino chileno, que para ella es incomparable. Fuera de eso sigue extrañando las pastas en todas sus variedades que estaba acostumbrada a comer en su país.
"Mi abuela (en Uruguay) tenía un árbol de palta y hacia el puré de palta dulce y eso lo comíamos con tostadas de niños, después el árbol se perdió y nosotros quedamos sin palta. Y cuando me vine a vivir acá la conocí salada y me encantó y ahora soy una adicta a la palta", reconoce sonriendo.
Continuar estudios
Consultada por si seguirá viviendo en Chile, Kilmeny confiesa que "siento que me voy a quedar a vivir en Chile, no creo que vuelva a radicarme en Uruguay, porque a mí me gusta la vida que tengo acá. Estoy muy feliz y agradecida de Chile", precisa.
Lo que si le gustaría es trasladarse de ciudad para poder proseguir estudios de magister. "Me encanta Chile, he viajado, conozco casi todo el norte y el sur, conozco, pero me falta. Me gusta mucho, me encanta, tengo muchas ganas de seguir recorriendo", aunque precisa que esos son planes a mediano plazo, pues por ahora sigue con sus niños disfrutando del colegio donde trabaja por este periodo.
"Todo lo que era distinto del Uruguay, mi dialecto, mi acento, mis chistes, mi comida, extrañé muchísimo".
Kilmeny Camejo,, migrante uruguaya respecto al choque cultural."