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Leonel Portilla: "Fue un milagro encontrar un donante"

A casi dos años de haber sido trasplantado de hígado, el iquiqueño de 54 años contó todo lo que pasó mientras llegaba el día de la operación y cómo cambió su vida después de esta. "Llegó un momento en que realmente no quería vivir", dice.
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Evelin Aguilar Paniagua

Un 7 de noviembre de 1962 nació Leonel Portilla Galleguillos, un iquiqueño que desde este año tiene el privilegio de celebrar un cumpleaños más como él dice: la fecha en que fue trasplantado y volvió a nacer. Y es que el 18 de marzo de 2016 recibió aquel esperado hígado que requería para salvar su vida, debido a que el daño hepático que tenía a causa de hemocromatosis lo mantenía en estado crítico.

Me recibe en su casa con una amplia sonrisa, pero su semblante es diferente al que lucía a inicios de 2016 cuando se convirtió en prioridad nacional para trasplante de hígado. "Me veo más joven", comenta entre risas mientras recuerda toda el sufrimiento y dificultades que tuvo que enfrentar antes de que llegara aquel ansiado día que recuerda como si fuera ayer.

- Ya ha pasado un año y siete meses desde que fue trasplantado, ¿cómo le cambió la vida esta operación?

- Dejé de sufrir tanto... esto me lo detectaron el 2010 cuando posiblemente pensaron que tenía un problema de vesícula pero cuando me operaron, el doctor me dijo que tenía el hígado como una persona de 86 años que haya tomado, fumado, comido... y yo tenía 48 recién, y me dijo que tenía que verme un hepatólogo pero acá en Iquique no hay y me fui con un gastroenterólogo y me fueron alargando el periodo con medicinas... me fui empeorando y al final el 2014 tomamos la decisión de ir a Santiago (...) y ahí me diagnosticaron que ya no tenía vuelta que dar con el hígado y que necesitaba el trasplante.

- ¿Desde qué año estuvo en lista de espera?

- En el 2014 quedé en el listado, en el número 140, todavía tenía el hígado algo bien con medicamentos.

- Cuando le dicen que tenía que ser trasplantado ¿cómo recibió la noticia?

- Realmente uno ya no tiene esperanzas porque el órgano tiene que ser de una persona que tiene que ser compatible contigo (...) llegó un momento en que realmente no quería vivir, intenté... (se queda en silencio y se quiebra)

- ¿Cómo fue su vida mientras llegaba ese día?

- Volví a Iquique, seguí haciendo mi vida, pero fue más complicado porque a ratos me reventaba en sangre, me perdía, fue muy difícil.

- Pero ¿guardaba la esperanza de que llegara ese donante?

- Realmente no. Mi familia tenía más fe que yo porque uno lo asocia (todo el proceso) más bien a las deudas porque tienes que gastar y gastar. Incluso todavía estoy encalillado en el hospital porque soy Fonasa D. Yo me tuve que deshacer de un colectivo y de otro vehículo por los viajes y medicamentos, cualquier persona no lo asume; yo con harta ayuda de la familia, mis compañeros de trabajo, mi jefe, pude salir adelante.

- Entonces fue complicada la espera...

- Cuando la doctora me dijo que yo tenía que esperar el trasplante ahí empezó la odisea porque estuve más de un año con licencia y no me cancelaban y tenía que seguir pagando los remedios para seguir viviendo mientras llegaba el donante. Me rechazaban la licencia sabiendo la enfermedad que yo tenía. Es complicada la vida de un enfermo (...) Yo tuve harta ayuda de personas cercanas a mí, pero hay otras que no tienen los medios y simplemente mueren.

- ¿Siente que le dieron una nueva oportunidad de vida?

- Como soy católico pienso si uno tiene que pagar algo, o es muy bueno o es muy malo, y uno empieza a cuestionarse; pero realmente yo estoy acá por la familia que me dio el hígado, fue un milagro porque a finales de 2015 y principios de 2016 empecé a caer en cama y fue un milagro encontrar un donante porque me fui de acá inconsciente.

- Cuando le dijeron que había llegado el día, ¿qué pensó?

- Yo le rogaba a Dios porque no iba a saber cómo iba a salir de la operación, te entregas a Dios no más pero luego de la operación desperté cinco días después y ahí estaba contento...

- Luego de la cirugía ¿pudo volver a la normalidad?

- No se recupera la vida completa, todo es un proceso porque vives con pastillas para que el cuerpo no te rechace el órgano y a la vez según lo que me han dicho he tenido tres preinfartos y lo asocian posiblemente a las pastillas porque un medicamento te hace bien para algo, pero para otro no.

- Entonces igual tiene temor a qué le pueda pasar...

- Yo ya me entregué, yo no le tengo miedo a la muerte realmente, pero si llego a tener una parálisis cerebral, que donen mis órganos, supuestamente el hígado es de un niño joven (risas).

- La próxima semana le toca su control trimestral en Santiago ¿cuánto le demanda esto?

- En viaje, estadía y exámenes, aunque uno es gratis, me sale como 350, 400 lucas.

- Pero igual usted tiene deudas y es jubilado...

- Sí, debo un millón 800 mil pesos. He ido pagando mensual, pero hay veces que pago y otras no porque tengo que asumir los gastos de los viajes para mi control.

"En el 2014 quedé en el listado (de espera por un órgano) en el número 140"

Egoísmo

- Antes de pasar por todo esto, ¿el tema de la donación de órganos se había discutido en su familia? - Sí, antes de enfermarme se conversaba, pero uno siempre tiene la idea de que si entrego un órgano es a un familiar, y ahora que estoy metido de lleno en el tema uno lo encuentra que es egoísta (...) porque no se sabe en qué momento te toca a ti. - ¿Qué piensa de las familias que no respetan la decisión de sus seres queridos que en vida aceptaron ser donantes pero llegado el momento estas se oponen? - Nosotros hemos estado haciendo campaña para que las personas quieran ser donantes, pero les hemos explicado que ellos tienen que conversar con las personas cercanas a ellos porque llegado el momento es difícil desconectar al ser querido para darle vida a otras personas porque está la esperanza de que uno va a recuperarse, pero a veces hay que tomar la decisión y ceder. En este caso en mi familia la mayoría somos donantes.