Durante esta semana los cristianos católicos en chile comenzaremos a vivir el tradicional Mes de María. Durante un mes, tomados de la mano de María profundizaremos en el conocimiento de la Palabra de Dios y nos sentiremos motivados a poder llevar a las obras aquello que vamos aprendiendo. "muéstrame tu fe sin obras que yo con mis obra te mostrare mi fe", nos enseña el apóstol Santiago. María como buena madre, se convierte en una gran educadora de aquellos que por ser creyentes hemos de ser los expertos en humanidad, y por lo mismo, atentos, acogedores, capaces de enmendar rumbos, de vivir en comunión por sobre las diferencias.
Este Mes de María, es también una oportunidad preciosa para prepararnos a la Visita del Papa Francisco en enero. La Visita del Papa hemos de prepararla, con la oración, en el cuidado de tantos detalles, pero también conociendo algo más del Papa Francisco y su enseñanza, lo cual nos ayudará a acoger con un corazón abierto lo que él va a decirnos cuando nos visite.
En la carta que el Papa escribió acerca de la familia llamada: "Amoris laetitia", la Alegría del Amor, cuando habla de las madres dice bellamente: "Las madres son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta…Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida. Sin duda una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral. Las madres transmiten a menudo también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niño. Sin las madres, no solo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo. La madre, que ampara al niño con su ternura y su compasión, le ayuda a despertar la confianza, a experimentar que el mundo es un lugar bueno que lo recibe, y esto permite desarrollar una autoestima que favorece la capacidad de intimidad y la empatía".
La vivencia que cada uno ha tenido en su hogar con el amor siempre generoso de las madres, la experimentamos los creyentes en la Iglesia, con la presencia amorosa y estimulante de la Virgen, que como discípula nos enseña a escuchar y seguir los pasos de Jesús y como madre nos protege y ampara en el camino de la vida.
"Como madre nos protege y ampara en el camino de la vida".
Guillermo Vera Soto, obispo Diócesis de Iquique."