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El antiguo y vanguardista arte de enmarcar piezas en madera

Bernardita Armesto aprendió el oficio de la marquetería hace más de treinta años.
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Crismary Castillo Marengo

Para Bernardita Armesto Iquique es tan suyo que apenas le bastaron unos pocos meses en Santiago para darse cuenta que no estaba en su rutina andar abrigada y con botas de lluvia, ya que en su querida ciudad estas no eran una prenda de uso cotidiano.

Fue ahí cuando comenzó su historia con la marquetería, un oficio que junto a su esposo aprendieron para conocer la técnica de chapar o embutir piezas de madera en una estructura formando patrones decorativos, diseños o fotos.

"Aquí en Iquique no existía la costumbre de poner bonita la casa. Uno entraba y encontraba el gobelino del año de la pera o el cuadro ovalado de la tatarabuela. La gente no tenía muchos cuadros en su casa. Así que nos instalamos aquí hace más de treinta años, cuando apenas el centro de Iquique se estaba comenzando", recordó.

Un buen amigo les recomendó los primeros proveedores y desde allí se concentraron en aprender de maderas y diseños.

"El trabajo que tu haces es tu cara. Un cuadro hecho por mí en una casa es mi cara. A mí me interesa que quede implacable y que hable bien de mí", describió.

En su opinión, cada objeto que se enmarque tiene una forma específica. "Un telar va con marcos rústicos. Una pintura clásica va con un marco barroco o de esa época. Esto tiene que ver con el buen gusto y el conocimiento que uno adquiere con los viajes y las prácticas", indicó.

Aprendiendo

Un curso los capacitó para este oficio y esto funcionó como el inicio para este taller que se convirtió en su trabajo de toda la vida.

"Nosotros entramos de una a trabajar con todo. Metimos las patas obviamente y muchas veces tuvimos que ir a comprar nuevamente las láminas a Santiago", explicó.

La vida en este oficio está llena de anécdotas como aquella vez que tenían que enmarcar una foto de un alto funcionario de Carabineros en la región.

"En tiempos de la dictadura militar nos llegó una foto y era del comandante de Carabineros. Sin querer quedó justo en la cortadora y por accidente se cortó en forma de cruz. Quedó irreparable", manifestó.

Bernardita pasó toda la noche pensando en cómo solucionar el problema y qué palabras usaría para explicar lo que había sucedido. "Por ningún motivo queríamos que se malinterpretada el accidente, así que fui personalmente a hablar y dije la verdad. Al final mandamos a hacer de nuevo la foto y no tuvimos mayores problemas", dijo.

Otra de las historias que llegó hasta el atelier de Bernardita fue aquella vez que un "amigo de lo ajeno" se llevó un cuadro valioso.

"Estaba en el taller y justo un artista había dejado un cuadro acá para vender. Alguien entró y se lo llevó. Era un cuadro carísimo y, además, el artista lo había dejado acá para venderlo", expresó.

Bernardita, quien también es artista plástica, pasó toda la noche rezando, buscando fuerza para hablar con el propietario.

"Salí de mi casa por mi ruta normal y justo en el camino había otro atelier y vi el cuadro allí. Así que hablé con el dueño y me dijo que se lo había vendido por cinco mil pesos. Le dije que lo más fácil era entregármelo para no hablar con Carabineros", relató la marquetera y así resolvió el inconveniente.

Finalmente recordó con gracia cómo otra vez se metieron a robar y, por suerte, se llevaron una copia falsa de otro cuadro.

"Un cuadro hecho por mí en una casa es mi cara. A mí me interesa que quede impecable y que hable bien de mí".

Bernardita Armesto, sobre el oficio de la marquetería en Iquique."