Estamos a un par de años de finalizar este segundo decenio del siglo XXI. Y puede decirse que una de las características en nuestra sociedad chilena, hace referencia a demandas ciudadanas, a las cuales se les busca solución. Entre estas posturas están los temas relativos a educación; salud; medio ambiente; seguridad; Administradoras de Fondos de Pensiones; etc.
Estas últimas, se encuentran cumpliendo el rol constitucional para la cual fueron diseñadas y en este acuerdo, nacen a la vida durante los años 80 del siglo XX. Así, se reemplaza al Sistema de Seguro Social, el cual existía como órgano del Estado encargado de las jubilaciones de las personas. Hoy a casi 40 años de su gestión, las AFP comienzan a mostrar resultados.
No obstante, estos resultados trajeron repercusiones. Al grado que el tema se ubicó en todas las agendas de quienes disputaron el principal cargo nacional: La Presidencia de la República. Así, todos han coincidido, en la necesidad de elevar los montos de esas pensiones, cuestión que se inserta, en la propuesta de hacer un Chile más desarrollado y generoso.
Frente a esto es que surge una gama de propuestas o ideas para darle solución fáctica al problema. Entre otras se habla de subir el porcentaje de las cotizaciones; de aumentar la edad de jubilación; de crear una AFP estatal; de un apoyo solidario del Estado; volver al sistema de reparto; poner fin a las AFP; promover el ahorro; etc., a fin de reestructurar el sistema previsional.
A todo esto, e inserto en la temática, surge el detalle que dice relación con la sobre elevada expectativa de vida con que actualmente se calculan las pensiones en Chile. También se dice que cuando suban a 65 años la edad de jubilación de las mujeres, estas tendrán una expectativa de vida de 90 años. Hoy es de 85. Sabemos también que la expectativa de vida de los hombres es siempre menor que la de ellas.
Es por cuanto que, los índices que usen las Administradoras para calcular pensiones, debieran acercarse a esta realidad. No obstante la expectativa de vida que usan es de 110 años. Por cuanto, y a la luz de querer un Chile más solidario y generoso, un ejercicio prudente sería, por ejemplo, aterrizar el cálculo de la pensión, a la todavía holgada edad de 95, a pesar que casi nadie llega a esta.
Así, de inmediato se elevarían los montos de las pensiones de la totalidad de los imponentes. Bastando para esto, hacer ese cálculo no dando por hecho que la gente llega a los 110. Hoy en Chile quienes llegan a 100 años son aproximadamente el 0,0044 por ciento de la población.
Pedro Oróstica C.