Secciones

La ruta del mote con huesillos comienza en la Plaza Prat

La refrescante bebida es tan antigua como el descubrimiento de Chile y se vende de Arica a Punta Arenas.
E-mail Compartir

Karina Sánchez

El calor del verano solo se alivia con un buen vaso de mote con huesillos. Esta típica bebida tiene más de 400 años de tradición, se vende desde Arica hasta Punta Arenas, y en Iquique la ruta comienza en la Plaza Prat, donde se concentran distintos vendedores.

La más popular es "la abuela". Así le dicen por cariño, porque su verdadero nombre es Estefanía Castro. Y aunque su carnet de identidad consigna que nació el año 1936, la comerciante asegura que vino al mundo en 1923. De todos modos, no le preocupa que le resten años.

Estefanía es oriunda de Huara. Se separó de su esposo y se vino a Iquique hace unos 40 años, "a pata pela'", con sus 7 hijos.

Esta mujer se enorgullece al contar que vendiendo mote con huesillos logró criar a sus descendientes. Así, relata, pasó de una vida económicamente compleja, a poder comprar su casita y un carro metálico para vender la resfrescante bebida.

"La abuela" comenta que su primera carreta era de madera y se la construyó uno de sus hijos, la cual aún conserva y hasta la utiliza para vender en otro punto de la ciudad.

"Todos me preguntan qué le echo al mote para que me quede tan rico, me dicen que mi mote no tiene olor a azúcar quemada. Yo les digo que ese es secreto mío no más", dice Estefanía, al tiempo que confiesa que su hija es la única que guarda el secreto y que por eso la acompaña en su trabajo.

"Yo a mis hijos no les pido dinero, porque no quiero que tengan problemas en su matrimonio. Yo me mantengo sola, pero cuando me enfermo todos están pendientes de mí", asegura la vendedora, quien además tiene varios nietos y bisnietos.

En pareja

En la Plaza Prat, a la altura de calle Tarapacá, encontramos la carreta de Andrés Monardes y de su esposa Rosario Navarro. Llevan 14 años vendiendo mote con huesillos.

"Veníamos de Santiago y nos dimos cuenta que el clima hace que se venda mucho el mote", indica Andrés, quien hace 20 años llegó a Iquique en busca de empleo.

Si bien comenzó trabajando en la construcción, después su esposa le propuso sacar un permiso para vender confites. Y luego, al ver que las bebidas frías eran lo más vendido, decidieron dedicarse a la venta del refresco.

El primer carrito de ventas era de madera y les costó 50 mil pesos. Ahora tienen uno que les construyó un amigo, donde solo en materiales gastaron más de 400 mil pesos.

Andrés Monardes dice que hoy vende unos 180 vasos diarios, pero que esa cifra espera duplicarla con la llegada del Papa Francisco, para lo cual buscará la ayuda de una nieta.

Desde Venezuela

Daniel Vidal, de 70 años, vende mote con huesillos usando una gorra con el tricolor nacional de Venezuela. Si bien nació en el puerto chileno de San Antonio, sus padres se lo llevaron muy pequeño a vivir a Venezuela.

Hace 10 años compró un departamento en Iquique, hasta donde venía a pasar las vacaciones y a visitar a su hijo mayor. Sin embargo, desde hace 5 años que Daniel decidió radicarse en Chile, iniciándose en la venta de mote con huesillos. Ahora espera traer a su esposa y sus dos hijos menores.

Pero no ha sido fácil. La diabetes hizo que le cortaran un dedo del pie y que el año pasado no pudiera trabajar normalmente. Lo que más lo afecta, cuenta emocionadamente el vendedor, es estar lejos del resto de su familia.

Daniel agrega que fue su mamá quien le enseñó a preparar el brebaje, volviendo de algún modo a sus raíces en Chile.

"Los indígenas cosechaban el durazno y lo disecaban, después lo cocinaban y se tomaban el jugo. Luego alguien decidió agregarle mote y así se originó la bebida", narra Daniel, quien también es conocido como "el nono".

El comerciante asegura que la popular bebida data del descubrimiento de Chile, aunque agregando que en Bolivia hay un producto parecido, con el durazno disecado, pero sin el tradicional mote.

"El nono" agrega que el secreto de un buen mote es no añadirle chancaca, porque "se fermenta y cae mal al estómago".

"Todos me preguntan qué le echo al mote para que me quede tan rico (...) Yo les digo que ese es secreto mío no más ."

Estefanía Castro,, vendedora."