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La formación constante de tres jóvenes "genios" de la región

Donde el promedio PSU es 483,5 puntos y el 38% que la rindió este año no alcanzó el puntaje mínimo para postular a una carrera, hay talentos que destacan por su rendimiento y seguirán perfeccionándose en la Universidad de Chile.
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Carlos Luz Aguilera

Una educadora de párvulos le sugirió a María Francisca Meza que su hijo Neyem Cares, de cuatro años, no aprendiera tan rápido a leer porque "luego se iba a aburrir". Pero el menor siguió fascinándose con las lecturas para niños, "era como una esponja, y en clases ayudaba a la tía leyéndole los cuentos a sus compañeros", recuerda.

Un gusto despertó en Matilda Mejías Leyton, de tres años, cuando su abuela Celinda empezó a leerle historias cortas. "Recuerdo algo que me parece impresionante: a esa edad le comprábamos libros, cuando ella aún no sabía leer, se los leíamos y memorizaba los textos completos. Te recitaba el libro tal cual estaba escrito, y la gente preguntaba cómo lo hacía", dice su padre, Rodrigo Mejías.

Marisol Salas tiene grabado en su memoria el momento en que su hijo Sebastián Cobaise, de cinco años, con una mano le indicó a su papá un aviso que anunciaba una oferta de 20% menos de un producto en un supermercado para decirle que se estaba sacando notas con el mismo número. Fue un punto de inflexión para Salas y empezó a realizarle ejercicios de matemáticas en casa.

Hoy los tres tienen entre 17 y 18 años, y son parte de los estudiantes de la región que obtuvieron los mejores resultados en la última Prueba de Selección Universitaria (PSU). Cares logró el mejor promedio de las pruebas entre los alumnos de colegios municipalizados de Tarapacá; Mejías, en cambio, fue reconocida por conseguir el mejor puntaje en Lenguaje y Comunicación, con 818; y Cobaise fue uno de los nueve puntajes regionales por sus 836 puntos en Matemáticas.

"Respecto a los talentos jóvenes, generalmente solo se ven los resultados y no el proceso. Habitualmente, detrás de ellos, hay un esfuerzo muy grande, muy sostenido a lo largo de los años, y no solamente de su parte sino también de sus familias (…) De todas maneras, la formación inicial, por sobre la genética, es más relevante", dice David Carré, psicólogo y académico de la Universidad Arturo Prat (Unap).

Guido Cerda, director de la carrera de Psicología de la Unap, complementa la opinión de Carré: "El estudiante va desarrollando sus habilidades con los pasos de los años. Los patrones conductuales que se van generando desde el inicio, a través de la familia, de los padres, van formando al niño y son los que van permitiendo que sea capaz de adquirir distintas habilidades, de cómo van a ser sus formas de estudio, de qué manera van a ir aprendiendo mejor todos los contenidos".

Curiosos

Dicen ser curiosos. "Me gusta mucho 'googlear' en Wikipedia y, por lo mismo, paso bastante tiempo en internet. Puedo investigar de un político a una serie de televisión, da lo mismo, siempre busco más", dice Mejías (17), quien usa la misma metodología cuando lee: "Si no entiendo una palabra la busco altiro". Es fanática de los libros de terror de Stephen King.

"Desde pequeño me han gustado las matemáticas y cada vez quiero aprender más. Y cuando algo no me queda 100% claro, en cualquier ramo, lo investigo", dice Cobaise (17), en quien, además, nació el interés por el cubo de Rubik. Intenta armarlo en el menor tiempo posible y se inspira en el récord mundial de menos de cinco segundos.

Por su parte, Cares, de 18 años, realiza incansablemente ejercicios matemáticos para llegar a dominar esta ciencia: "Analizo diferentes problemas y busco más datos en internet". Intercala este desafío con sus horas dedicadas a la guitarra acústica y eléctrica.

Sus mentes y almas inquietas, desde marzo, se trasladarán a Santiago, específicamente a la Universidad de Chile, donde comenzarán su primer año lejos de casa y más cerca de sus metas a largo plazo. Mejías cursará Medicina, Cobaise, Ingeniería Plan Común, y Cares, Ingeniería Comercial mención Economía.

La concentración que colocan en las clases es otra cualidad que comparten, al punto de estudiar casi nada en sus hogares. "Siempre me ha ido bien sin estudiar mucho. Cuando eran cosas más complejas, agarraba los cuadernos de vez en cuando", añade Cares, del Liceo Bicentenario Juan Pablo II, de Alto Hospicio.

La mamá de Cobaise, frente a su hijo, dice que él en el colegio no estudiaba antes de las pruebas, "solo se quedaba con la información que aprendía", en la Academia Iquique de Bajo Molle.

"Lo más importante es prestar atención y eso está fallando. Como que está la costumbre de presionar a los alumnos para que estudien después, pero lo relevante es aprovechar las clases. Mis compañeros, por ejemplo, se distraían por tonteras y no entiendo cómo hablaban tanto y sacaban temas de conversación a cada rato. Yo no hablaba", agrega el joven.

El año pasado, antes de rendir la PSU, su establecimiento lo escogió el mejor estudiante de su generación, en parte por obtener el mejor promedio de primero a cuarto medio. Finalizó su enseñanza con un 6,8.

Mejías, del colegio Hispano Británico, por su parte, dice que siempre ha conseguido un lugar desde primero básico. "Nunca hubo un año en que no obtuviera un puesto".

El arte de los juegos

Como están de vacaciones, aumentaron sus horas dedicadas a los videojuegos. Cares y Cobaise, en tanto, comparten la fascinación de sumergirse en el mundo fantástico de League of Legends en sus computadores, conocido entre sus seguidores como LOL y considerado el eSports (deporte electrónico) por excelencia. "Del 2016 empecé a jugarlo con mis amigos (…) Me ha ayudado a pensar rápido", dice Cares.

El aporte de los videojuegos en el desarrollo intelectual está comprobado, explica Carré: "Hay investigaciones muy recientes y la psicología hace unos 10 años empezó a tomar en serio el rol de los videojuegos en las capacidades cognitivas y de atención. Se comprobó que las personas que juegan más tiempo desarrollan una mayor capacidad de atención sostenida, porque pueden estar 45 minutos atentos mirando una pantalla, lo que cuesta mucho. Entonces, ellos lo desarrollan de mejor manera. Además, hay una mejor coordinación entre la mano y el ojo, y, por ejemplo, pueden tomar notas sin mirar lo que están escribiendo. Es una capacidad bastante por encima de lo habitual de la población".

Cerda, en tanto, añade que la mayor influencia de los videojuegos es en los estados de alerta, "ya que los jóvenes deben estar constantemente atentos a distintas situaciones que van ocurriendo. Entonces, tienen que ser capaces de saltar del punto focal de un momento a otro rápidamente, y eso permite que se vayan dando cuenta de las distintas opciones que están observando al momento de evaluar una respuesta".

"Quiero ser (…)"

Ya vislumbran lo que quieren ser luego de titularse de médico, ingeniero y economista.

Mejías quiere volar lejos de Iquique y dedicarse a la medicina en lugares insospechados donde no solo pueda aportar como doctora sino también como voluntaria social. De más joven ha ayudado a construir viviendas en sectores vulnerables del país.

"Me gustaría estudiar todas las especialidades que pueda, entre ellas pediatría, y viajar como Médico sin Fronteras". Esta organización agrupa a profesionales de la salud para que asistan a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias o enfermedades olvidadas, desastres naturales y exclusión de la atención médica.

Cobaise, en cambio, quiere enseñar. "Me proyecto como profesor de colegio o universidad. Esta vocación me está llamando la atención, y me gustaría ejercerla en Iquique. Tengo que devolverle la mano a la ciudad por lo que me ha dado".

Cares, en tanto, quiere ser político y escalar de a poco hasta convertirse, por ejemplo, en senador de Tarapacá. Una razón lo motiva: "Me gustaría, de alguna forma, ayudar a mi país". Siendo autoridad de Alto Hospicio, donde vive hace siete años, se propondría dos objetivos: "Primero, trataría de cambiar la imagen de comuna estigmatizada. Luego, trataría que los empresarios inviertan con la instalación de empresas. Lo convertiría en un lugar atractivo para los negocios", dice desde su hogar en el sector centro de la ciudad.

"La formación inicial, por sobre la genética, es más relevante"

Psicólogo David Carré"