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Desconectados en la Muralla: no hay redes sociales en China

Según se pudo comprobar, recorrerla es solo para valientes; comunicarlo por las redes sociales, un imposible.
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Juan Riquelme

Parece una paradoja extraña para los tiempos de hoy. Es una de las siete maravillas del mundo, está en el país que más celulares fabrica en el planeta y desde ese punto es imposible tuitear, postear o hacer un history para Instagram escribiendo "estoy en la Gran Muralla China".

¿Qué parte se nos olvidó? Pues que China vive en un régimen en donde las comunicaciones están reguladas al punto que el gobierno no permite el uso de redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram ni Whatsapp. Google, tampoco.

Un problema para quienes somos de occidente y convivimos con estas redes sociales todo el día, pero que para ellos no lo es tanto. Los chinos tienen sus propias redes sociales -controladas por el régimen- y con eso no se complican. Hasta Uber propio tienen. Sí, se llama Didi.

Súmele que en gran parte de la Gran Muralla simplemente la señal de móvil no aparece nunca. Comunicarse es un imposible, pero no se preocupe: en el gigante de oriente lo que no hay en número de policías o guardias, sí lo hay en cámaras. Si algo le ocurrió, alguna cámara lo registrará.

Escalones y escalones

De la falta de redes sociales nos dimos cuenta cuando habíamos decidido no avanzar más. La Gran Muralla China tiene cinco puntos de acceso: Mutianyu, Huanghua Cheng, Simatai, Jinshanling y Badaling, esta última la que utilizamos para conocer un pequeño segmento de parte de los 2 mil kilómetros permitidos para el acceso del público.

Es que la Gran Muralla China tiene una extensión de 8.851 kilómetros y solo parte de ella está habilitada para el turista ¿No dimensiona el tamaño? Pues la comparación es sencilla: Chile tiene de norte a sur 4.300 kilómetros de largo, y si le agregamos la Antártica, serán 8.000 kilómetros.

El horizonte nos permite ver montañas y llanuras de la geografía china, a la que en otros puntos se le suma el desierto.

La zona está habilitada con pasamanos y eso ayuda no solo a los ancianos que la recorren, sino también a jóvenes que deben buscar un soporte para avanzar por cada uno de los escalones.

De hecho, ese es el principal problema del recorrido. La irregularidad de largo de cada escalón hacen que no se pueda determinar un ritmo y que el trabajo sea paso a paso. Es decir, un trabajo de chinos.

La muralla

Hoy, parte de la muralla se encuentra en ruinas, algo que hace difícil transitar por ella. Eso sí, las zonas habilitadas para turistas están complementas aptas; ahí se realizó un completo trabajo de restauración que permite mostrar a los visitantes, y también a los propios orientales que llegan, su aspecto original.

Entre su sector original y el restaurado cuesta comprender cómo la muralla fue atravesada por los mongoles en el siglo XIII y posteriormente por los manchúes, en el siglo XVII.

El sector de Badaling fue construido durante la Dinastía Ming, en torno al año 1.500. Esta área es la mejor conservada de la Gran Muralla y un recorrido por uno de los dos sectores puede tardar desde las dos horas.

El caminar se realiza por una zona montañosa de entre 700 y mil metros de altura, y entre medio de muros que tienen una altura media de siete metros; en algunas zonas llegan a tener, en su parte superior, una anchura de cinco metros, de forma que en el pasado llegaron a pasar por ella soldados a caballo.

Antes de viajar a China ya había un par de conceptos que teníamos claros. Lo primero: que el té es parte de su cultura, no solo por las tardes, sino que durante todo el día. Ni cuestionarlo en el almuerzo. Ahí las gaseosas y los jugos son peticiones poco habituales. Para la Gran Muralla China, nos acompañamos de un par de botellas de té, suficiente para un par de horas de caminata.

Algo que habíamos leído -y que desde ese punto de vista nos parecía alocado- era que el chino promedio mucho no sabe del resto del mundo, y por ahí nuestro aspecto físico les podría resultar llamativo. Y así fue. Con lenguaje de señas -el promedio no habla un segundo idioma- pedían tomarse fotos con quienes tenían rasgos físicos distintos. Así, en un fuerte terminamos siendo protagonistas de varias imágenes para el recuerdo, las que tal vez nunca veremos porque, como está dicho, en China ni Facebook, ni Instagram, ni Twitter, existen para poder compartir esas postales en compañía de los asiáticos.

Lo que también es llamativo es que gustan mucho de la fotografía. Prácticamente todo lo que ven lo retratan y las cámaras están a la orden del día.

8.851 kilómetros de extensión tiene la Muralla China. Dos mil están abiertos al público.

1.000 metros sobre el nivel del mar tiene algunas secciones de la histórica muralla.