El relator de historias andinas que comenzó a los doce años
A temprana edad, Vladimir López se percató de la pasión por el turismo. Hoy se gana la vida rescatando su cultura.
Era solo un niño cuando Vladimir Santos López López se dedicaba a relatar historias en medio de un museo donde se elaboraba el vino en la localidad de Matilla, comuna de Pica. Con doce años su pasatiempo preferido era narrar historias para los turistas que visitaban el lugar contándoles sobre, por ejemplo, el lagar que allí se encontraba y donde se depositaba la uva para luego pisarla y así obtener el mosto (zumo de la fruta).
La facilidad y el desplante que Vladimir tenía al momento de presentarse a los turistas era evidente, y no los aburría ya que apostaba por las historias cortas, precisamente para seguir creando ese gustito e interés al saber cada vez más sobre la historia de la provincia del Tamarugal.
Y la mejor parte de todas es que al terminar estas excursiones por el museo, el pequeño recibía un dinero que no le venía mal, pues aparte se entretenía,.
Según cuenta, las personas que lo escuchaban lo felicitaban por su personalidad. "Les gustaba porque era un cabrito chico contando historias", comenta.
Convencido de su vocación, al cumplir los 18 años tomó sus maletas y anhelos para bajar a Iquique, cuando comenzó su nueva etapa en la Universidad Arturo Prat donde estudió turismo. "Ahí aprendí lo que era la carrera, cómo se trabaja y logré aprender lo que era el turismo", contó Vladimir a La Estrella.
Luego de nutrirse de conocimientos decidió emprender, y su objetivo era iniciar a través de la gastronomía, por eso es que luego de postular y lograr un fondo privado este tarapaqueño inició en 2006 los trabajos para construir su propio restaurante al que llamó, dos años más tarde, "Tambo Pacha".
Con sus Manos
Y aunque al inicio contrató a maestros para que lo ayudaran a crear este espacio turístico, tempranamente se dio cuenta de que ninguno lograba con lo requerido.
Fue así como solo sus dos manos pudieron construir el local. "Lo hice yo solo porque antes cuando era chico era artesano y cuando contraté a maestros ellos no sabían por qué tenía que ser con troncos y barro, nadie entendía, el único que sabía era yo", recuerda.
El recinto se encuentra un poco alejado del poblado de Matilla, por lo que nadie sabía si llegarían turistas hasta el lugar, pero Vladimir, fiel a sus convicciones y a lo que les quería entregar a cada uno de ellos, siguió con esta idea y comenzó a gestionarla.
"Yo sabía que iban a llegar turistas entonces comenzamos a traer la empresa hasta Baquedano para que los turistas tuvieran la oportunidad de pasar por Tambo Pacha", sostiene el emprendedor piqueño, quien ya tiene 47 años.
Cultura
La experiencia con los extranjeros que visitan la comuna, le ha permitido darse cuenta de la poca difusión que existe de su lugar de origen, inquietud que lo llevó a actualizarse en cuanto a sus herramientas de difusión para atraer a las personas a que conozcan esta localidad nortina.
"Lo que estamos haciendo es resaltar la parte espiritual, o sea lo que era el pasado con más de quinientos años de historia. Va a atraer el turismo, pero uno espiritual, de conexión con la tierra, no ese tipo de turismo que llegas a una oficina te dicen súbete al bus, un poco de historia, de fotos y listo, vamos. El tipo de turismo que desarrollamos nosotros está más enfocado a la conexión espiritual con la tierra, con la mesticidad y eso estamos resaltando", afirma.
Palpando los diferentes colores y paisajes que contempla el altiplano, Vladimir sigue contando sus historias que lo remontan a cuando partió en su infancia desde el lagar de Matilla, y recordando además a sus antepasados. ¿De qué forma?, dando la bienvenida en lengua aymara y tratando de intercambiar culturas bajo este idioma.
"Se habla sobre el mundo andino, del pensamiento del mundo indígena y damos a conocer nuestra identidad, aprovechar todo un panorama diferente", agrega.
Otra de las cosas que busca transmitir entre los pasajeros es "viajar en el tiempo, bajo la conexión espiritual de lo que es la naturaleza, escuchar historias, escuchar la música combinada con el sonido del viento que entra, es como encontrarse con el pasado", dice.
Con vestuarios e instrumentos agudiza todavía más esta sensación, y con una ceremonia ancestral todo se empapa de historia, "nos vestimos con vestuarios típicos de la zona, tocamos música, entonces es todo un ambiente de emoción, cultura, gastronomía, por eso es que cuidamos mucho lo que es el prestigio del lugar", explica.
Su trabajo y gran pasión es, sin duda, seguir mostrando al mundo la cultura de sus orígenes, esa que le ha permitido conectarse con sus excursionistas por medio de otros lenguajes, contar historias y entregarles una jornada al más puro estilo del norte.
"De a poquito estamos intentando sumar, darle prestigio al sistema y cuidarlo", expresa este piqueño que sigue realizando el mismo trabajo de su infancia, aquel que tanto lo entretenía y que lo motivaba cuando la gente le pagaba por comunicar relatos. Lo mismo que en la actualidad.
"Cuando era chico era artesano y cuando contraté a maestros ellos no sabían por qué tenía que ser con troncos y barro, nadie entendía, el único que sabía era yo".
Vladimir López,, guía turístico y empresario."
Vladimir López,, guía turístico y empresario."
"Escuchar historias, escuchar la música combinada con el sonido del viento que entra, es como encontrarse con el pasado"."