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Gendarme confiesa su amor ante la mujer que le donó un riñón

Se conocieron en el trabajo y luego de la Luna de Miel comenzaron los problemas de salud de Jaime Ponce.
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Francisca Cabello Iriarte

Este 14 de febrero el mundo entero celebra el Día de los Enamorados, fecha donde el amor se hace el protagonista sin duda, y en el norte existe una pareja que ha logrado derribar los obstáculos que les ha impuesto la vida desde que se conocieron. Jaime Ponce en 2006 trabajaba como gendarme en el hospital de la Penitenciaria de Alto Hospicio cuando conoció a Jennifer Paillamil, una paramédico con la que coincidentemente tenían el mismo horario, por lo que su relación era constante.

A pesar de que en ese entonces Jaime tenía una novia que vivía en el sur, él luego de un tiempo tomó la decisión de no seguir su relación a distancia, ya que los sentimientos comenzaron a aflorar hacia Jennifer. Es así como esta historia de amor comenzó, y aunque admitió haberle costado "robarle" el primer beso, le pidió la mano para que se convirtiera en su esposa a los dos meses de comenzar su romance.

"Nos casamos por el Registro Civil y mi suegro tenía el auto andando, eso fue lo más chistoso porque él es minusválido y tenía un camión, entonces cuando nos estábamos casando tocaba la bocina con el auto encendido y le decía a mi señora, si tú te arrepientes te subes al auto y nos vamos", contó Jaime, quien en ese momento solo podía reírse de nervios.

Luego de su matrimonio en febrero de 2008, la pareja se fue de Luna de Miel a recorrer el sur, lugar donde Jaime comenzó con molestias. Le dolía la cabeza, le sangraba la nariz o se le hinchaban los pies, y los analgésicos que le daba Jennifer no le quitaban el dolor, y tras sus visitas al médico solo le bajaba el perfil a sus molestias, así es que ya retornando a Iquique fue nuevamente al médico. "Ese año fue atroz, o sea por un lado comenzó bien (porque se casaron) y terminó mal porque me mandaron a hacer una eco duple renal y me llevé la sorpresa cuando el doctor me dice, sabes Jaime tú tienes un solo riñón", contó el hombre que en ese entonces solo tenía 28 años.

Lo que ocurrió luego fue una larga estadía en Santiago, donde tuvo que hacerse una serie de exámenes y entre ellos, uno cerebral. "Cuando me vieron los médicos se fijaron en el diagnóstico que salió en el scanner porque tenía un aneurisma cerebral de tres milímetros, entonces no lo podía creer", expresó Jaime quien toda su vida se ha destacado por ser deportista.

Una etapa difícil y riesgosa tuvo que pasar el joven gendarme, internado durante 30 días en el hospital. Cansado de esa situación decidió devolverse a Iquique, y a mediados de ese mismo año, Jennifer quedó embarazada de su primer hijo. "Se nos vino todo junto, el tema de la enfermedad, mi hija y nosotros en ese tiempo no ganábamos mucho (...) pero lo vi como una esperanza y como un regalo de Dios", manifestó.

El apego junto a su hija se dio desde el primer momento, ya que cuando su esposa dio a luz fue atacada por el virus H1N1, por lo que durante los primeros veinte días Jaime estuvo al cuidado de Javiera Esperanza, lo que ha formado un lazo inseparable entre ambos. "Ella hasta el día de hoy duerme conmigo, es mi sol, mi vida, mi todo, y me va a creer que a los dos o tres años me hice un examen y el aneurisma había disminuido, entonces empecé a ver la vida de otros colores".

Pasaron los años y todo iba tranquilo, hasta que a fines de 2015, luego de los exámenes de rutina de su institución, arrojaron que en unos meses se debía comenzar a dializar, algo con lo que ya estaba familiarizado y se rehusaba, así es que vio cuáles eran las otras alternativas, y todo indicaba que se debía someter a un transplante de riñón. Entre sus familiares no hubo un donante, hasta que Jennifer se dio cuenta de que ella podía ser la persona que le otorgara el órgano a su esposo, y decidida a llevarlo a cabo, recibió un no como respuesta por parte de Jaime.

Aunque él ofreció la separación para no convertirse en una carga para ella, Jennifer siguió firme en su decisión y se sometió a todos los exámenes de rigor, resultando ser positivo. Así fue que el 1 de marzo de 2017 el gendarme recibió el riñón de la paramédico, y como luego de la nube negra sale el sol, el aneurisma se habría reducido también.

La operación fue un éxito, a pesar de las secuelas anímicas que puede traer una intervención de tal calibre, y ambos hoy se encuentran felices, lograron salir de vacaciones, cosa que hace dos años que no hacían, y quisieron revelar su historia ya que según la apreciación de este hombre, "es algo para demostrar que existe el amor verdadero, y qué mejor prueba que esta", dijo.

"Se nos vino todo junto, el tema de la enfermedad, mi hija y yo en ese tiempo no ganábamos mucho".

Jaime Ponce, Gendarme."

"A los 2 o 3 años me hice un examen y el aneurisma había disminuido, entonces empecé a ver la vida de otros colores".

Jaime Ponce, Gendarme."