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[en verano]

Cancosa: un pueblo altiplánico solitario

El silencio se rompe en las fiestas de carnaval, el día de San Felipe, la Cruz de Mayo y demás celebraciones.
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Karina Sánchez

En la comuna de Pica se encuentra un pueblo solitario, pero hermoso por sus paisajes, gente amable, fauna y clima helado.

Se trata de Cancosa, ubicado a 3,5 kilómetros de la frontera con Bolivia y a 125 kilómetros de la capital comunal.

En el lugar solo encontramos a Néstor Moscoso Challapa, quien informó que en el poblado viven unas 30 personas, pero que en verano se van de paseo.

"Mi pueblo fue fundado en 1945, mis abuelos vinieron de Cariquima y se asentaron aquí en Cancosa, nosotros como hijos seguimos manteniendo sus costumbres y tradiciones", comentó Moscoso.

En este sentido, el lunes y martes llegaron a la zona unas 50 personas, para celebrar el carnaval con actividades religiosas y culturales.

El 1 y 3 de mayo también el pueblo se llena de música, bailes y el colorido de los trajes típicos aymaras, fechas en las que festejan a sus patronos San Felipe y la Cruz de Mayo.

Moscoso cuenta que le gusta recibir turistas y, aunque llegan pocos, recuerda que en una oportunidad atendió a unos holandeses.

En el pueblo hay una iglesia, un campanario, una casa comunal, la sede de Carabineros, una escuela que no funciona y las termas, dos kilómetros antes de llegar.

El sueño de Moscoso es que se impulse el turismo, a fin de que la población tenga fuentes de ingresos adicionales a lo que obtienen con el pastoreo y el cultivo de quinua, con la que elaboran jugos, graneado y cocteles.

Recorrido

Un total de 230 kilómetros separan a Iquique de Cancosa, poblado que se encuentra a 4.100 metros sobre el nivel del mar.

En el camino los viajeros pueden hacer una parada en el Salar de Huasco, además de admirar la fauna de la zona, compuesta por llamas, alpacas, ovejas y vicuñas, además de ver los cambios en el paisaje.

Se comienza observando el árido desierto, luego los bofedales, terrenos rocosos con pequeños arbustos y, a lo lejos, la cordillera con sus cimas nevadas.

Esta temporada se caracteriza por el invierno altiplánico, con lluvias y tormentas eléctricas intermitentes.

Un paisaje único, por un lado destaca el cielo azul adornado con las blancas nubes que parecen jugar a cambiar de forma, colores que contrastan con los tonos tierra, el verde y el amarillo de la vegetación.