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El renacer de la confitería iquiqueña

Tras más de veinte años vendiendo en la calle, hoy el lucumí, los turrones iquiqueños y el coco confitado vuelven a las vitrinas. Ahora en un local establecido.
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Mauricio Torres Paredes

La nostalgia que rodea al lucumí, el turrón iquiqueño y los cocos confitados del tradicional carrito de dulces de calle Vivar hoy tiene un nuevo lugar para ser revivida, y con nuevas historias.

Tal como lo hicieran originalmente los Fabres Sanderson, los hermanos Urrea Platero, María Paz (37 años) y Boris Martín (34), buscan mantener la tradición. Luego que su padre trabajara más de 20 años en la calle, hoy los mismos dulces se ofrecen en un local establecido, en Thompson 715, a pasos de Vivar. La confitería "Delicias de Iquique" se inauguró hace una semana.

"Manteníamos el carro en la calle, siempre sabiendo que en cualquier momento teníamos que salir de ahí", dice Boris, dueño y fabricante. Un día de diciembre de 2017 ese carrito vendió por última vez en la vía pública.

Cuando su padre enfermó, Boris debió encargarse del negocio familiar por periodos cortos. "Ahí me empecé a interesar. Vi que, si se trabaja bien, se publicita y se hace una buena fábrica, puede ser rentable. Podíamos dar el salto. Al morir mi padre me puse a trabajar en eso", agrega. Guillermo Urrea falleció a los 61 años.

Antes de dejar la calle, estuvieron un año buscando un local. Y debía ser en el centro, donde siempre habían vendido.

"Nos pusimos las pilas. En un mes y medio arrendamos y decoramos", dice María Paz, recordando la dulce historia.

"Fueron dos hermanos los que trabajaron esta tradición hace mucho tiempo, casi 40 años atrás. Se hizo muy conocida en el Iquique antiguo, pero ellos, viejitos, no tuvieron a quién heredársela. Ahí es donde entra mi padre, conocido de ellos. Para que no se perdiera le entregaron todo, receta, fogones, utensilios y el carrito", relata la encargada de promocionar el local.

María Paz se refiere a Carlos y Mino Fabres Sanderson, quienes tenían su fábrica en el sector de 18 de Septiembre con Libertad. "Muchos no conocen los nombres de estos caballeros. Es importante establecer que ellos son quienes inician esto en Iquique", comenta.

Pasaron los años. Los hermanos Fabres envejecieron y al dejar el rubro y fallecer, Guillermo Urrea tomó la receta.

"Nuestro papá fallece en 2014. Si mi hermano, que sabía todo porque lo ayudaba, no hubiese continuado la tradición, esto se hubiera perdido. Porque son fórmulas muy bien guardadas", dice.

Historia de dulces

Los tiempos también han cambiado y así lo recuerdan ambos hermanos, quienes precisan que la producción de dulces se ha modernizado, pero no industrializado.

Antes, cuentan, todo era "más rudimentario". El turrón se partía con un martillo en el mismo carrito y se embolsaba, algo que no han podido mantener por temas sanitarios.

"Todos con gorros y guantes", dice María Paz Urrea, quien se encargó de decorar la nueva ubicación. "El local le ofrece a la gente un lugar acogedor, bonito y bien decorado. Lo aprecian mucho", añade su hermano Boris.

La forma en cómo se publicitan los dulces también se ha ido modificando con los años. Hoy muchos se han enterado por redes sociales del nuevo espacio, especialmente las nuevas generaciones. Los menores de 35, detallan.

"Antes era solamente el carrito y los recuerdos de la gente. Se corría la voz. Eso no tiene el mismo impacto a cuando uno tiene un local", dice Boris.

Sin embargo, y a pesar de que la ciudad y los tiempos han cambiado, son los clientes quienes vuelven una y otra vez al pasado del antiguo Iquique.

"La señora viene a contarnos sus historias: 'Uy, esto yo lo comía afuera del colegio'. La iquiqueña es nuestra cliente fiel, pero los jóvenes vienen de cabeza a preguntar por el turrón de mango, y como tenemos degustaciones, lo prueban y ha sido un boom. Incluso creo que ha dejado de lado al tradicional. Gusta demasiado", señala María Paz.

Además han conocido iquiqueños y personas que vivieron en la ciudad, pero que en algún momento de sus vidas decidieron irse a otro lugar del país.

"Nos toca ver mucho: 'Es que mi hijo vive en Santiago y le voy a mandar un paquetito'", agrega.

De todos modos, hay algo que no falta. Todos recuerdan el antiguo carrito. "Todos lo asocian. '¿Este era el carrito que estaba en Vivar?' Entonces simplemente hacemos el link", cuenta la encargada.

Sabores y aromas

Y aunque las nuevas generaciones se han acercado a la confitería en busca de las innovaciones del turrón clásico, el dulce tradicional más buscado sigue siendo el lucumí.

Con su origen en el dulce turco lokum, derivó en su adaptación castellana, el lucumí, cuya base son las nueces. "Los hermanos Fabres lo hacían y lo cuidaban mucho, fue casi lo último que le enseñaron a mi papá. La lucumí", asegura Boris Martín. "Fue lo que más se resguardó", añade su hermana.

Al local ahora llegan excolegiales a preguntar por el dulce que les trae recuerdos y que se elabora además con esencia y colorante de guinda. Van del María Auxiliadora, el Don Bosco y la Santa María.

Antes el dulce llegaba hasta la puerta de los establecimientos educacionales para deleitar el paladar de niños y jóvenes al salir de clases rumbo a casa. Solos o con sus padres, siempre había alguien que compraba el lucumí.

El principal recuerdo gira en torno al carro de Bartolomé Vivar, un puesto que se movía entre Latorre y Tarapacá. Partiendo en el CM Prat, el "centro neurálgico" de la época en Iquique, cuentan los emprendedores locales.

"El turrón de Iquique es un derivado del tofi que se hace en Estados Unidos, en Inglaterra. Por la cultura local, el dulce se modifica con frutos secos de la zona. Así nace este turrón de coco, el coco chiquitito que es nativo de las palmas de Chile", indica Boris Martín Urrea.

Hoy han pasado del tradicional blanco con coco y esencia de vainilla, al rosado y el anaranjado: de frutilla y mango respectivamente, ambos a base de almendras tostadas.

Otro dulce típico de la confitería es el coco confitado. Pero su materia prima se ha vuelto escasa. En la empresa dicen tener contacto directo con el parque nacional Las Palmas de Cocalán, desde donde les proporcionan la base de este dulce. De lo contrario sería imposible seguir fabricándolo.

"Las grandes plantaciones lo están vendiendo todo hacia afuera. Acá ya no hay coco de ese chiquitito como antes, por lo que se ha vuelto un fruto muy cotizado y costoso. Nosotros seguimos trabajándolo ya que es la base del turrón", explica el encargado.

Las PROYECCIONES

Los hermanos esperan estar pronto en los pasillos del mall de la Zona Franca de Iquique, y ampliar su gama de sabores.

De la misma forma, buscan que el local sea una "vitrina abierta" a otros emprendedores iquiqueños de productos naturales y gourmet con resolución sanitaria e iniciación de actividades en materia de impuestos.

"A todos quienes recién empezamos nos cuesta tener vitrina. Ahora que nosotros tenemos una pequeña, queremos que ellos también tengan la suya", adelanta Boris Urrea.

Hoy trabajan con cinco emprendedores externos: Tentaciones de Pica, Green Nest, Dolce Vita, Chocoletto y el Iquimbeque. Eso sí, no descartan trabajar con otro dulce iquiqueño por excelencia, los Chumbeques M. Koo.

Pero más allá de eso, "Delicias" quiere posicionarse como sello del dulce iquiqueño, ya que "se lo merece por su antigüedad". Lo más importante para ellos es ser parte de la "marca Iquique".