Los hinchas comentan con temor y respeto el posible descenso de Deportes Iquique. Critican lo negativo y aplauden sus extraordinarias actuaciones anteriores. Pero ya no siguen a su cuadro favorito a los estadios Cavancha y Calama porque no se están haciendo las cosas bien.
El fantasma de la declinación hace temer el descenso. En la cancha abundan los problemas, entregan el balón al contrario, no actúan bien ante el arco rival, fallan goles que causan risas y rabia, no saben manejar bien el esférico y un gran porcentaje de ataques se pierde innecesariamente. Olvidan que la Tierra de Campeones ha sido un signo primordial de identidad colectiva.
Han olvidado la realidad histórica. No se asemejan a aquellos cracks que sabían que el fútbol es pasión, razón, eficacia, arte, ciencia y realidad. No han entendido que Iquique siempre quiere ganar, pero hay que hacerlo con mentalidad ganadora. Sin embargo, no es el resultado lo más importante, sino las armas que se ocupan para llegar a la victoria, incluyendo el talento y la picardía, el sacrificio y el pensamiento colectivo, puesto que al defender la camiseta se debe cumplir con el compromiso personal y profesional.
Los iquiqueños recuerdan con nostalgia a los famosos de la Tierra de Campeones que hacían del fútbol su medio de subsistencia. "Los inolvidables" y los astros de ayer exclaman que "el fútbol era pasión cuando levantábamos de sus asientos al público y los obligamos a gritar a todo pulmón. En nuestros tiempos de juventud fuimos campeones porque todos queríamos ganar, jugábamos para triunfar. Nos sentíamos contentos, seguros, felices de la vida; y si perdíamos era como si hubiéramos deteriorado un pedazo del alma, como si algo irreparable nos hubiera sucedido." Muchos se lamentan y ven acercarse al fantasma del descenso.
Ricardo Torres Peña.
