El miércoles 21 de marzo Tarapacá y el país se vio conmovido por la agresión verbal, física y moral realizada contra el ex candidato a la presidencia de la república, José A. Kast, al interior de la Universidad Arturo Prat y en sus inmediaciones, el cual fue perseguido y golpeado por sus opositores ideológicos.
La Unap declara en sus principios estratégicos "Pluralismo y Respeto: responde la necesidad de ser capaz, no solo de tolerar, sino de reconocer el valor de características alternativas en las personas, ideas y planteamientos diversos, siempre sobre la base del respeto a las libertades y derechos personales y colectivos".
La Unap ha construido su prestigio en los 50 años con su tesón y esfuerzo, con la carencia de recursos que recibe del Estado, logrando acreditar cuatro años, implementando carreras complejas con sus respectivas acreditaciones, avances de investigación científicas en los últimos años, y las diversas actividades de vinculación muestran una universidad cada vez de mayor complejidad, como lo señala su plan estratégico, al servicio de las regiones y del país.
Lamentablemente, una desafortunada declaración de una asociación gremial, cuya directiva la elaboró sin consultar a sus asociados, ha reforzado la percepción de que la Unap es una universidad violenta, de aparente impunidad y que contradice abiertamente el principio recientemente enunciado, lo que ha sido ampliamente rechazado por la comunidad académica en los correos electrónicos internos.
Además, no es posible que un grupo minoritario de estudiantes e infiltrados vengan a destruir el prestigio de una institución que se construye día a día, y menos que un grupo de académicos, de cuestionada representatividad, hayan declarado con escaso pluralismo y carencia de respeto hacia la persona del político agredido y, más aún, desconociendo la libertad de los estudiantes que lo habían invitado a una charla, ya sea para oír, analizar, aprender, apoyar o disentir de sus ideas y/o de su proyecto político.
La violencia no puede ser la única forma de confrontar ideas, solo podría señalar la impotencia de no tener los argumentos conceptuales para exponerlos con la finalidad que mediante el respeto recíproco y mediante el ejercicio democrático se construya un país con mayores niveles de intelecto y desarrollo.
"No es posible que un grupo minoritario de estudiantes e infiltrados vengan a destruir el prestigio de una institución".
Héctor Varas M., Economista"