Debemos reconocer que habría sido muy extraño que Florcita Motuda, hoy diputado, hubiera cantado, en el mismo tono, la misma tonada, a coro con sus colegas del Congreso, para dar su total apoyo a la posición de Chile ante la demanda boliviana, de no ceder mar con soberanía, considerando que, nunca durante su arista de cantante en el medio nacional, jamás cantó las mismas temáticas, en el mismo tono y menos a coro con sus colegas artistas.
Una de dos, musicalmente hablando, es "muy afinado" con sus votantes, el 2,67% del distrito 17 o totalmente "descuadrado en la nota" con lo que expresa la inmensa mayoría de los chilenos apoyados por el Tratado de 1904.
Pero, el diputado Alarcón, no debe olvidar que sus opiniones, apoyando la causa boliviana, las emitió siendo un Diputado de la República, ya no como el simpático, carismático y "buena onda", "Florcita Motuda", por lo que debe ser muy cuidadoso con su juicios, toda vez que está juramentado o prometió ante el propio presidente de la Cámara de Diputados de su buen proceder, tal vez debiera repasar el art. 31 del Reglamento de los Diputados.
Hasta más rato, Julio
Iquique no era mucho más que un par de barrios, algunos con calles de arena y veredas de madera, conchuela en los sobretechos y un avión que llegaba de cuando en vez provocando la huida de los bañistas de Cavancha. Nos conocíamos todos y algunos jóvenes comenzábamos a soñar el Museo; escuelas que fomentaran al arte; programas culturales en la única radio; semillas que años después iban a ser los pocos árboles de la ciudad. Salíamos a recolectar vestigios del pasado, momias, cerámicas, trozos de tejidos, fósiles y, sobre todo, vivencias en lugares remotos de Tarapacá, solamente para compartir historia, inquietudes y ensueños.
¿Recuerdas, Julio Romero, los "tites" en esa quebrada y las lloronas en Semana Santa, el cadáver del soldado boliviano en el Salar y los pobladores de allá muy lejos, que buscaban entre nosotros al señor ministro porque nuestra carpa tenía estampado el nombre Ministerio de Obras Públicas?
En una de esas madrugadas, como nos habían anticipado, el sol dibujó frente a nosotros la señal gigantesca hecha para guiar a los chasquis del Inca y tú nos diste una charla profunda sobre los antepasados.
¡Qué lastima, Julio, que te fuiste cuando nuevamente nos hace falta "Domingo, a las 21"; tal vez rehacer el Museo que fundamos hace tanto tiempo que ya nadie nos recuerda; de nuevo generar interés por la Gran Cultura; otra vez tener sueños como entonces y salir al campo, como tontos Quijotes, a batir duendes malignos que, fíjate, persisten porque tal vez, creen que contigo se fueron para siempre los que aspirábamos a sembrar un Iquique mejor!
Marce Contreras M.
Luis Enrique Soler Milla.