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Proyecto musical busca acercar ópera a regiones

Javier Arrey, "ahijado" de Plácido Domingo, presentó anoche un concierto gratuito en el Salón Tarapacá.
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Carla Suazo González

Con el concierto "La Magia de la Música para todos", el destacado barítono chileno Javier Arrey (36) visita y recorre el país con la misión de familiarizar a la comunidad con melodías líricas y música clásica.

Tal como la noche de ayer, que junto a la joven soprano Pilar Garrido y el pianista Michael Landau, deleitaron al público iquiqueño con interpretaciones de música de cámara, ópera y zarzuela (ópera española) que generaron un relajado y emotivo ambiente en el Salón Tarapacá.

"Mi idea siempre es sacar estas presentaciones de Santiago y poder traerla para todos. En ese contexto, es que le propuse al municipio presentar el concierto gratuito para el público, ya que por lo general, la ópera y conciertos de este tipo son muy caros", explicó.

Agregó que además de la presentación de anoche, hoy realizará un segundo concierto para los estudiantes de la ciudad, dando prioridad a escuelas y liceos vulnerables.

ópera popular

El proyecto, que se presentó anteriormente en Valdivia, Concepción, Coronel y otras ciudades del sur y centro del país, tuvo el fin de mostrar un género que generalmente está sesgado al sector social conservador y con más recursos.

"En nuestro país está el concepto de que ópera es sinónimo de viejitos, que es algo latero y fome, porque no se conoce. Cuando la gente se enfrenta a esto desconocido y lo escucha en vivo, es una reacción fantástica", sostuvo.

El cantante aseguró que es común que el 90% del público de estos conciertos tenga su primer acercamiento con la ópera allí, lo cual le transmiten y le motiva a continuar trabajando de esa forma.

Oriundo de Valdivia, se inició en la música a los siete años y desde ahí continuó su carrera, estudiando, luego formándose en Francia y posteriormente en la Washington National Ópera, convirtiéndose en el primer chileno en participar de la escuela liderada por el propio Plácido Domingo.

"Yo lo conocí a los 20 años cuando se presentó en el Teatro Municipal de Santiago y yo le entregué un disco mío. Me hizo cantar para conocer mi voz y más adelante me llevó con él a París. Después me invitó a su programa de especialización de cantantes, ya que cada dos años él escoge a cinco del mundo. Tuve la fortuna de ser pionero en ir a su programa", comentó.

Cariño iquiqueño

El barítono dice haber elegido a Iquique dentro de las ciudades del norte, por tener un especial cariño con la Tierra de Campeones.

"Estar aquí me hace doblemente feliz, por compartir con la gente de la región y además porque esta ciudad significa mucho para mí. Hace muchos años mis tíos vinieron a radicarse acá, luego más tíos y finalmente nosotros con mi familia por un tiempo. Este era el punto del norte en el que tenía ganas de estar, lo que vuelve a la presentación de hoy (ayer) emotiva y con sentido", cerró.

"Propuse al municipio presentar el concierto gratuito ya que por lo general ver ópera es muy caro".

Javier Arrau,, barítono."

[ COLUMNA ]

"Todos y cada uno de los músicos tanto formados como autodidactas tienen algo que decir a través de su música".

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Sebastián Massaro,, músico iquiqueño."

Creo que todo comenzó cuando el profesor dijo: "Este año quienes quieran podrán aprender a tocar guitarra" y todos mis compañeros se cambiaron del teclado y las flautas dulces a este instrumento, como si fuera un juguete nuevo, pero yo me quedé en el teclado y eso fue motivo de burla ya que era el único hombre que tocaba ese instrumento. Por lo tanto, pasaba las clases en una esquina con mis compañeras, lo cual no me molestaba en lo absoluto.

Fue tanta la curiosidad que decidí tomar una guitarra y el profesor dijo: "Mmm… eres zurdo, tienes que dar vuelta la guitarra" pero no hubo caso. No podía tocar como zurdo, así que probé como diestro como el gran Gustavo Cerati (zurdo que tocaba como diestro) y bueno, al parecer eso funcionó, al menos mis compañeros ya no se burlaban de mí por tocar teclado, pero sí se reían de mis dedos torpes y sin uñas (me como las uñas) que no paraban de enredarse entre las cuerdas y no lograba hacer sonar un acorde. Entonces me enseñaron el SOL mayor y el MI menor y ¡Wow! ¡Me sonaba "About a Girl" de Nirvana! No me convertí en Hendrix ni mucho menos pero me defendí, ya que de alguna manera cuando logré hacer sonar el instrumento me enamoré de este y ahí comenzó todo, entonces cambié las zapatillas y la pelota de fútbol por un par de uñetas (hasta el día de hoy se me pierden) y las seis cuerdas, encerrándome por horas y horas de práctica jugando al Rockstar, conociendo día a día un nuevo acorde, una escala o una simple melodía que me volaba la cabeza y la tocaba por días.

Había descubierto un pequeño rincón que se transformó en mi refugio, el único espacio en el cual sentía que estaba realmente en mi lugar, donde la creatividad y la libertad no tenía límites ¿Qué mejor que eso? Ya no era solo un "juguete nuevo", quería saber y hacer más. Entonces recordé cuando era aún mas pequeño y jugaba armando Legos tardes completas creando, inventando, traduciendo lo que estaba en mi cabeza en algo concreto. Me dije: "¿Y si hago lo mismo pero con la guitarra?", después de todo, ¿quién podría decir que estoy equivocado?, he ahí la belleza de la música para mí y es aún mejor cuando sale de las cuatro paredes a los escenarios, poder conectar o comunicar algo a través de las letras, transmitir emociones con un simple acorde, melodía o ritmo dice mucho, es estar compartiendo un pequeño fragmento de uno mismo, de historia personal, todos y cada uno de los músicos tanto formados como autodidactas tienen algo que decir a través de su música, es por eso que cada vez que nos cruzamos con alguna propuesta en la calle o en un determinado show, no debemos olvidar que no es solo un hobby, no es un capricho, no es un juego, no es solo un trabajo, es historia a través de su instrumento.

Historias de seis cuerdas