Hace unas semanas uno de mis hijos con discapacidad mental, trabajando en la condición de part-time en supermercado Jumbo de Iquique, vivió un incidente que le afecto emocionalmente, lo bloqueo y su salud colateralmente se deterioró, notoriamente, no aceptando retornar al trabajo.
Don Hugo Oyarzo, gerente de Jumbo Iquique, personalmente se preocupó del caso, me llamó cordialmente y lucho porque la dignidad de mi hijo no decayera, le permitió un descanso e incentivó su retorno al trabajo, le recibió con alegría en su oficina y tocó su autoestima.
Desde estas líneas, Don Hugo Oyarzo, gracias por su gesto, usted representa muy bien a vuestro supermercado, que hace rato abrió sus puertas laborales y con entusiasmo a los discapacitados haciéndose eco de la ley de inclusión laboral.
Aunque algún día mi hijo deje de pertenecer a su plana laboral, como familia no olvidaremos su actitud fraterna, que muestra su enorme humanidad y que se proyecta además en el accionar de su personal.
Vivienda social
Un día me presenté a una entidad para pedir orientación, soy mamá de Pablo, después de escucharlo me retiré y medité lo que me dijo: "las casas sociales no son para los chilenos que habitan en el extranjero, sino para los que habitan en Chile, por eso también se les da a los extranjeros", por eso sin desmerecerlos a ellos me pregunté...
Ahora ¿por qué la frontera es un impedimento para trabajar y perder algunos derechos como chileno?, ¿por qué se le delega a las personas de un comité (20 de Enero, Iquique, Playa Blanca) a convertirse en verdugo de sus propios vecinos, dándole la responsabilidad de quitarle su casa a tres meses de entregarla, después de 10 años cumpliendo cabalmente en presencia de pagos en compromiso, con cartas que nunca se respondieron, recuerden el silencio otorga aprobación. ¿Por qué quitarle el derecho de entregarle su casa a un jefe de hogar, a un padre de familia, a un chileno por el solo hecho de trabajar fuera del país. Vecinos, nadie sabe el drama que hay detrás de cada familia, yo soy persona presente y estuve reemplazando a mi hijo en cada reunión, compartí con ustedes cada alegría en silencio cuando eran buenas noticias, también compartí desalientos y tristezas, cuando no había esperanzas, compartimos momentos gratos y de pena, cuando nuestra dirigente se nos fue (Q.E.P.D.).
Solo les pido meditar y denle una oportunidad a Pablo, en casa de Dios todos podemos entrar. ¿Por qué quitarle a Pablo, ese derecho, de tener su casa propia?
Gladys Recabarren
Raúl Rivera Tapia