Familia de veinteañeros optó por la vida del yoga
La intención de los iquiqueños Gino Góngora y Claudia Barraza es vivir con su hija, Ámbar, en un monasterio.
Son cerca de las cinco de la mañana y una pareja de veinteañeros se dispone a realizar mantras, meditación y posturas del yoga tradicional de India. La pareja conformada por los iquiqueños Gino Góngora (26) y Claudia Barraza (24), hace un tiempo decidieron vivir el periodo Brahmachari, el cual significa llevar una "rutina más pura, con una alimentación sátvica, vegetariana, donde cada persona tiene una dieta distinta y te la da tu maestro al sacar tu dosha (biotipo)", explicó el joven también llamado "Haridas".
Cada integrante de esta familia, madre, padre e hija, tienen sus respectivos nombres los cuales fueron otorgados por su maestro, Yogiraj Tonmoy Shome. A Claudia la nombró "Puja" y a Ámbar, su hija de un año, "Purnima".
El comienzo de esta historia comenzó en 2012, cuando Gino apenas tenía 20 años. Estaba trabajando en una zapatería de la ciudad cuando vio un aviso en Facebook sobre un profesorado de yoga. Él no habían tenido un acercamiento tan próximo hacia esta disciplina, más de lo que había visto en su clases de teatro, pero al llegar este anuncio a sus ojos dijo "esto quiero yo".
Saltó entre las cajas de la bodega, fue un momento emocionante, como lo denominó, hasta que llegó el día de conocer a Yogiraj, se acercó a él y le dijo "no tengo ninguna experiencia pero entiendo que el yoga más allá de posturas y de meditación, hay un mundo más allá y quisiera conocer", relató y tras recibir un sí por parte del maestro, quedó literalmente con los ojos brillosos.
La inclinación de Gino hacia el mundo espiritual comenzó desde el teatro, pero se concretó aún más cuando conoció a quien ha sido su guía hasta estos días, "él me abrió un montón el mundo después de conocer el yoga, porque es un estilo de vida y más si es yoga tradicional, es un estilo de vida que nosotros hemos querido llevar", confesó el actor.
Un año más tarde, entre las clases de meditación conoció a Claudia y se dieron cuenta de las cosas que tenían en común hasta que nació el amor. Juntos decidieron vivir esta experiencia al 100%, y fue en 2016 cuando ella se ganó pasajes ida y vuelta a Santiago para una especialización de yoga para embarazadas.
Todo se dio de forma fluida, pero la razón del por qué tomarían este curso aún no lo tenían claro, "decíamos por conocimiento, yo le decía a Claudia que le venía bien para hacer clases para lactantes, 'pero yo nunca he tenido un bebé' me dijo, y fuimos igual pero era todo raro", expresó.
Como sadhana (practicante de yoga), tomó este curso netamente para formación, sin embargo, en una de las clases le preguntaron qué pasa si mañana te dicen que vas a ser papá. "Yo quedé descolocado. Luego, terminó el curso y al otro día por la noche, mi pareja sueña con el gurú de mi maestro y sueña que le regala un perrito, le dice 'venga, venga, venga, mamá venga, tengo un regalo para ustedes, tengo este cachorro para que lo cuiden', y al otro día mi pareja despierta vomitando mal y dijimos, vamos a hacer un test de embarazo y claro, estaba embarazada, y aquí está el cachorrito, (presentando a su hija). Este curso estuvo muy conectado y nosotros creemos que los maestros fueron quienes nos guiaron y nos regalaron a Ámbar", manifestó.
Además de su hija, el fruto que ha florecido entre ellos fue "Atma Darsána Yoga", su escuela ubicada en calle 12 de Febrero, un espacio donde se han dedicado a proyectar esta disciplina, y a entregar herramientas para vivir el día a día "de la manera más calmada, con un cuerpo más activo para no estar con malos pensamientos, ni con la negatividad, sino que estar de una manera más positiva frente al mundo".
Yogiraj Tonmoy Shome habita en un monasterio de Chillán, y esa es una de las intenciones que tiene esta joven familia, que su escuela en Iquique siga funcionando, pero ellos trasladarse al sur, donde se convive con pavos reales, ciervos, conejos, entre otros animales.
Esta experiencia ya la vivieron en febrero de este año internándose en este lugar, donde "Ámbar fue la más feliz de todas, comiendo tierra, jugando con los animales, ella saludaba a todos y era parte del grupo, entonces, también es por ella. La idea es vivir el estilo de vida con mi maestro y realizarnos", aseguró.
"Él me abrió un montón el mundo después de conocer el yoga, porque es un estilo de vida".
Gino Góngora, profesor de Yoga Tradicional."