Secciones

Las historias de un guardaparque aymara en el volcán Isluga

Todos los días protege la Parque Nacional de mas de 170 mil hectáreas, a una altura de 4 mil m.s.n.m.
E-mail Compartir

Mariela Cabello Venegas

Poder admirar la naturaleza en todo su esplendor, en medio del altiplano y la cordillera, y estar cerca de sus raíces, es parte de los privilegios que Pedro Castro, guardaparque de la Reserva Nacional Volcán Isluga, reconoce tener.

Es oriundo de la localidad de Enquelga, distante a 228 kilómetros en la entrada norte al parque y aún forma parte de la comunidad que la habita junto a su familia.

"Soy del pueblo y empecé hace 16 años en el parque, soy parte de la comunidad y hoy también soy presidente de la junta de vecinos de mi pueblo", comenta Castro, quien advierte sobre las bellezas de la flora y fauna que se pueden encontrar en este recinto, que está en promedio a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar.

Su labor

Su tarea principal como guardaparque es ser un nexo directo entre la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y la comunidad, cumpliendo distintas funciones, además de la protección y conservación de la biodiversidad, vigilancia y control de visitantes, entre otras muchas acciones.

"Para mi ha sido un aprendizaje muy grande, porque hicimos una pequeña escuela en todo este tiempo. Sé harto del tema, tengo que andar a pie, en moto, en vehículo. Aquí se hace de todo, gasfitería, tirar palas, estar en mecánica, mantención", explica Castro.

Lo complicado

Sin embargo, pese a todo el aprendizaje que ha adquirido de la naturaleza de su tierra, advierte que su trabajo no está exento de complicaciones.

Unas de ellas es la soledad del lugar, puesto que muchos profesionales que han llegado a trabajar no soportan la soledad, y estar tan alejados de los centros urbanos y de la comunicación, ya que no llega la señal de televisión y por celular es escasa.

"Hay que mejorar el tema de la comunicación, han llegado muchos extranjeros a visitar y quieren mandar una foto al tiro a su familia, y no están los medios", dice.

Por otro lado, en lo que a él le concierne, su dificultad mayor, tiene que ver con proteger las leyes del convenio 169 de la OIT, relacionadas con las costumbres de los pueblos originarios.

"Son complicados algunos temas, sobre todo controlar las cosas que hacen las empresas, porque han venido a interrumpir con maquinarias para hacer el camino", señala el guardaparque, quien explica que con estas intervenciones se han perdido las fiestas, tradiciones y costumbres. La gastronomía, la siembra, la agricultura y la ganadería.

"En el parque son todos terrenos de la comunidad y no podemos hacer mucho aporte con recursos del Estado. Hemos tenido algunas trabas para arreglar algunas partes, porque los jóvenes piensan distinto a sus abuelos o padres", expresa.

Conservación

Para el guardaparque, hay mucho trabajo aún por hacer en la reserva, sobretodo lo concerniente a la conservación de la tierra.

"Como los jóvenes se han ido a los centros urbanos queda la gente mayor, ya no los cambia ni los quema(tierras de cultivo) y sigue su curso. La gente joven ha llegado con maquinas nuevas y no quiere trabajar con pala y picota. Y no saben para que puede servir la llareta y la queñua, mas que para adelgazar. Antes los curanderos sabían de eso y es lo que se debiera volver a buscar", enfatiza.

"Para mi ha sido un aprendizaje muy grande porque hicimos una pequeña escuela"

Pedro Castro,, guardaparque, Parque Nacional Volcán Isluga."