La Estrella de Iquique publicó hace unas semanas en su páginas una interesante nota sobre el cuidado que hace la Armada al histórico faro en el ex islote "Serrano", junto con entregar algunos antecedentes históricos.
Estimo oportuno referirme a un insólito proyecto de la jefatura de la IV Zona Naval de trasladar ese monumento histórico de su tradicional emplazamiento desde 1878 a un lugar público por las razones que se explicaron.
Afortunadamente, esa iniciativa fracasó, pues no tenía ninguna posibilidad de tener la aprobación del Consejo de Monumentos Nacionales, tal como lo señalé en este diario en 1992.
Considerando el estado de abandono en que se encontraba ese faro de fabricación francesa, me propuse que fuera protegido por la Ley de Monumentos Nacionales.
Reuní todos los antecedentes históricos y redacté una breve reseña del faro que remití a la dirección nacional del Servicio Nacional de Turismo (Sernatur), que se interesó por esa iniciativa.
Aquí contó con el apoyo técnico del arquitecto Manfredo Thiele B. El decreto del 10 de abril de 1986 lo declaró Monumento Nacional. Esa resolución ayudó a que la Armada posteriormente lo recuperara y evitara su ruina definitiva.
En el año 1992 estalló la "controversia", tal como lo señala este diario en un editorial sobre el proyecto de traslado del faro a otra ubicación: "El investigador Zolezzi considera que no es prudente su traslado por cuanto el faro debe seguir prestando servicios, ya no como guía de navíos, sino como fiel exponente de un pasado glorioso. Para ello, dice, debe permanecer en el lugar mismo donde funcionó, porque de otra manera se alteraría el espíritu que tuvo el Consejo de Monumentos Nacionales para declararlo obra histórica". (Editorial, del 9 de diciembre de 1992).
Finalmente, la iniciativa señalada naufragó.
El faro es recuperado por la Armada. Se hizo una ceremonia oficial al respecto.
Mi amigo Pedro Martínez, "Don Zoilo", me informó sorprendido que no fui invitado. Le respondí que lo más importante era que la Armada había hecho el salvataje de esa reliquia marítima.
Muchas gracias,
Mario Zolezzi Velásquez