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La opción de convertirse en madre después de los 40

Tres mujeres contaron sus experiencias. La paciencia y madurez son sus principales características.
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Crismary Castillo Marengo

Ingrid Araneda Silva tiene 42 años y en sus brazos descansa Cristóbal Fernández Araneda, su pequeño hijo de ocho meses que llegó a su vida luego de un proceso que ella describe como súper largo. "Yo me casé súper chica, de 23 años. Nunca fue mi prioridad ser mamá cuando me casé y estaba en la universidad", recordó.

Su matrimonio estuvo basado en conocerse como pareja y viajar. "Pero llegó el momento de ponernos en campaña para ser papás y esto fue como a los 28 años. Las cosas no se fueron dando como pensamos que iba a ser", mencionó.

Los años iban pasando y su hijo no llegaba. Como familia decidieron revisar qué estaba pasando y recurrieron al médico para comenzar con un proceso de fertilización in vitro.

Camino a la vida

El primer tratamiento lo iniciaron en el año 2006 hasta el 2008 en Santiago, aunque vivían en Antofagasta. "En regiones faltan muchos recursos para ver el tema de la infertilidad y uno tiene que viajar a Santiago. Sin saber mucho de este proceso decidí que teníamos que hacerlo y no resultó", dijo.

Fue una situación que Ingrid califica como "terrible" ya que pensaba que en el primer intento quedaría embarazada.

"No fue así. Fue un proceso súper difícil para mí y lo bueno fue que tuve a mi marido como un súper compañero y ahí me di cuenta que cuando las cosas ocurren no hay que echarse a morir", sostuvo. Además, añadió que tuvieron que esperar unos años para poder juntar nuevamente el dinero, ya que cada tratamiento de fertilización tiene un alto costo.

"En el 2010 volvimos de nuevo a Santiago para hacer el tratamiento y no resultó. Yo estaba más preparada porque sabía a lo que iba, a diferencia de la primera vez y por cosas del destino a mi esposo lo mandaron fuera del país y se nos hizo más fácil el tema porque compartimos con otra cultura y volvimos a Chile luego de dos años", indicó.

Fue en el 2015 cuando, por tercera vez, intentaron un nuevo tratamiento in vitro. "Creo que fue súper sabio de nuestra parte esperar un buen tiempo entre un tratamiento y el otro porque cuando te metes en esta vorágine de los tratamientos de fertilidad es muy desgastante en el aspecto físico, económico y psicológico. Dentro de todo aún estaba en la edad cronológica para tener bebés", explicó.

Ese mismo año se trasladaron a Iquique por razones laborales y decidieron que sería la última vez para optar por un tratamiento in vitro, ya que ella estaba abierta a la idea de adoptar, pero su esposo también conservaba la esperanza de un hijo biológico.

"Lo intentamos con harta fe. Me pusieron dos embriones en junio y, a diferencia de un embarazo normal, me hicieron la prueba en dos semanas. Me tocó hacerme el examen de orina y salió positivo. Fue increíble", comentó.

A sus 40 años quedó embarazada y, según contó, fueron nueve meses increíbles. "Cristóbal se afirmó a la vida en mi útero y nació sano. Yo le digo a mi esposo que dentro de diez años le diremos a Cristóbal que es la guagua más cara del mundo", bromea esta mamá que festejará su primer año con este título.

"En mi caso no podía haber sido antes porque Dios tenía mi destino y me sentía bien preparada como mamá. Se me ha hecho súper fácil porque con 42 años vienes de vuelta y no tienes que demostrar nada a nadie, porque vives para tu hijo y me da lo mismo lo que opinen", planteó.

Cambio de vida

Para Elia Alfaro decidir tener a su hija fue una decisión consciente, porque a los 38 años asumió que ya estaba preparada para pasar a esa nueva etapa.

"Desde pequeña nunca pensé en tener familia ni hijos. De hecho, no me preocupaba esta idea y me concentré en trabajar y disfrutar de mi vida de forma responsable", manifestó.

En ese sentido, Elia no tuvo que pasar por un proceso de fertilización, ya que quedó embarazada sin problemas y durante los nueve meses no tuvo complicaciones de salud.

"Yo siempre pensé que era complicado tener una hija porque es difícil para una persona sin educación, brindársela a su hijo. No es que no se pueda, sino que es más difícil", dijo.

Su hija llegó por cesárea y en ese momento comenzó una nueva vida para ella.

"Yo sólo pensaba en mi hija al igual que lo hago ahora que tiene 11 años. No tuve miedo porque aunque era primeriza, el proceso de embarazo fue tranquilo", contó.

Una nueva vuelta

Quedar embarazada a los cuarenta años de forma no programa fue para Mackarena Calderón una nueva vuelta en su vida.

"No teníamos planes de tener más hijos y llegó la Monserrat. Fue un embarazo complejo porque se me presentó una patología poco común en la mujeres: La placenta accreta (adherida) que ocurre cuando la placenta se adhiere demasiado profundo en la pared uterina, pero no penetra el músculo uterino", detalló.

Este diagnóstico les fue informado a los tres meses y su doctor le explicó las complicaciones que tendría el embarazo.

"Me tuvieron todo el embarazo con licencia. Me cuidé mucho y no tuve las típicas gastritis o cistitis pero sí con miedo", recordó.

Calderón tuvo que trasladarse a Santiago porque en la región no existía el equipo médico para atender este tipo de partos.

"Todo lo que auguró pasó; la placenta venía pegada y me sacaron a la guagua y el útero. Me hicieron ocho transfusiones de sangre y estuve diez días internada", recuerda.

Lo que más destaca esta madre es que su hija nació perfecta y "exquisita" y que, a pesar que en un principio no había asumido el embarazo, resultó que su hija Monserrat es una bendición.

"Es mi muñeca. Nació el 27 de agosto del 2007. Al tiempo yo me levanté y siempre me están controlando la sangre porque perdí cinco litros y uno solo tiene seis en el cuerpo", contó.

Esta renovada experiencia la siente liviana porque su hija duerme toda la noche y esto le permitió reincorporarse hace un mes a su trabajo.

"Yo tengo otros hijos y ella es la primera mujer. Tengo uno de 17 y otro de cuatro y ahí estaba cerrada la fábrica. Tener un hijo a los 40 años es otra cosa porque tengo la capacidad, paciencia y madurez. Esto es fundamental, porque son aspectos importantes para ser mamá", dijo.

Finalmente Mackarena explicó que tener un hijo es un cambio que significa volcarse hacia él y dejar de lado las cosas que antes le importaban. "La Monserrat nació de imprevisto pero es una hija solidaria porque nos ha traído tranquilidad", cerró antes de celebrar su día.

"No tuve miedo porque aunque era primeriza, el proceso de embarazo fue tranquilo ".

Elia Alfaro, mamá de Génesis de 11 años."

"Un hijo a los 40 años es otra cosa porque tengo la capacidad, paciencia y madurez"

Mackarena Calderón, sobre los aspectos fundamentales para ser madre."