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Psicóloga llegó desde Medellín a trabajar como voluntaria

Susana Avendaño forma parte del programa de prevención en el Centro Comunitario Mi Refugio.
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Karina Sánchez

El 25 de marzo del 2017 llegó a Iquique la psicóloga Susana Avendaño Herrera, luego de haber postulado desde su natal Medellín a uno de los programas de voluntariado de la Fundación América Solidaria.

Tiene 28 años y muchos sueños por cumplir. En Colombia dejó a sus padres y a una hermana mayor.

"Estoy haciendo un voluntariado y eso responde a mi deseo de crecer más como persona. Además, siempre me ha gustado la idea de compartir con otras culturas, de conocer, de aprender y aportar desde mi profesión", destacó Susana.

Perseverar

Esta profesional es perseverante, porque se postuló dos veces en el 2015 y en el 2016 lo hizo de nuevo, así que resultó lo de que "a la tercera va la vencida".

Una amiga le comentó que fue voluntaria en el 2010 y ese testimonio la entusiasmó. Cuando postuló al programa no sabía cuál era su destino, le habían dicho que su perfil se ajustaba a lo que estaban buscando en Perú, Chile y Uruguay.

Niños vulnerables

A su llegada a Iquique la asignaron al Centro Comunitario Mi Refugio, localizado en la población Jorge Inostrosa, el cual depende de la Fundación Niños en la Huella.

Cuenta la psicóloga que atienden a 33 niños y jóvenes, entre 5 y 17 años de edad, quienes forman parte de unos talleres de prevención y que tienen como objetivo evitar que sean vulnerados en sus derechos.

"Estamos ubicados en una población con problemas de delincuencia, microtráfico y diferentes tipos de violencia, eso hace que los chicos estén en riesgo social, por eso trabajamos con la familia y con la junta de vecinos", explicó.

Así es como de lunes a viernes, desde las 16:00 hasta las 20:00 horas, Susana trabaja junto a un equipo conformado por Pilar Herrera (educadora), Ezequiel Lugo (trabajador social) e Inés Aguayo (directora).

Las actividades se enfocan en el fortalecimiento artístico y cultural, al igual que el tema del reciclaje.

Adaptación

Lo que más le costó fue adaptarse a los nombres de las cosas, por ejemplo, la cinta plástica es "el scotch".

Aunque no puede escapar de la multiculturalidad que caracteriza a Iquique, porque los niños a los que atiende son de diversas nacionalidades.

Y el mejor ejemplo es que comparte departamento con una ingeniero comercial que es mexicana y con un trabajador social que es argentino, todos voluntarios de la Fundación América Solidaria.

Lo único que le molesta es el racismo, al ver que a ella la tratan mejor por ser rubia, mientras que a sus coterráneos que son morenos los miran mal.

"Iquique es muy particular, quien llega acá no quiere irse, es una ciudad tranquila, pequeña y a mi me gustan las ciudades así. En Colombia yo vivía en un pueblo pequeño, me encantaba porque todo quedaba cerca", confiesa Susana, quien además siempre quiso vivir cerca del mar.

"Mi idea es quedarme en Chile y buscar trabajo en mi profesión. Ya estoy en el proceso de validación de mi título", asegura, ya que su voluntariado terminará en diciembre del próximo año.

Mientras tanto disfruta de su trabajo, al tiempo que teje redes de contactos y viaja cuando puede.

Así ha logrado conocer Santiago, Osorno, Vallenar y Puerto Montt, aunque no descarta su sueño de conocer Machu Picchu.

"Iquique es muy particular, quien llega acá no quiere irse, es una ciudad tranquila, pequeña y a mi me gustan las ciudades así (...)".

Susana Avendaño,, psicóloga."