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Reymer trabaja como garzón mientras sueña con emprender

Llegó hace un año a Iquique, proveniente de Venezuela, luego de abandonar a su familia y su carrera profesional.
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Karina Sánchez

Desde el estado Táchira, Venezuela, llegó hace un año a Iquique Reymer Salas, con 28 años de edad y muchos sueños guardados en su maleta.

Sus sentimientos están divididos entre su polola que siguió sus pasos en esta aventura de ser migrante y su mamá, quien junto a su abuela y su hermana menor lo esperan sin saber cuándo volverá.

El joven comparte departamento con su pareja, dos primas de ella y el pololo de una, juntos se dan ánimos para salir adelante, a pesar de que sueñan con volver y ayudar a la reconstrucción de su país.

Cambios drásticos

Reymer estudiaba Administración de Empresas en la Universidad de Los Andes, pero cuando le faltaban dos semestres para titularse abandonó todo y se vino a Iquique.

"Escuché que Chile es como el Estados Unidos de latinoamérica", esa es la razón por la cual decidió venirse.

En menos de una semana de haber llegado consiguió trabajo en un autolavado, luego de garzón a un restaurante y también en una perfumería de un mall.

Sin embargo, la cuarta fue la vencida y es así como ya tiene un año trabajando como garzón en la cafetería Cioccolata, del centro de la ciudad, donde su postre favorito son las torta de milhojas, especialmente la "capry" que lleva crema pastelera y manjar.

Metas

"Me llama mucho la atención el trabajo en restaurantes y atendiendo público, porque mi meta es ahorrar para en un futuro tener mi propio negocio en el área de la gastronomía", comentó el joven.

"No quiero ser empleado toda mi vida. Ojalá pueda volver a Venezuela y montar allá mi propio restaurante, pero como desconozco cuánto tiempo tardará en arreglarse la situación en mi país, entonces tengo que seguir dando lo mejor de mi aquí en Chile", agrega.

Reymer se ha sentido bien y agradece el trato recibido por parte de los iquiqueños, por eso dice que no tiene nada de qué quejarse.

"La gente mayor, cuando se dan cuenta que yo no soy de aquí, siempre me dan la bienvenida", relata.

Además ha podido enviarle dinero a su familia, a fin de poderlos ayudar a enfrentar la crisis que agobia al país.

Gustos

Lo que más le gusta a Reymer de Iquique es que no llueve, porque aunque la lluvia le parece bonita, siente que le cambia el estado de ánimo y lo que le provoca es quedarse bajo las sábanas viendo televisión.

En cambio el sol le da energías para salir a la calle y trabajar, de lunes a sábado, atendiendo a los clientes que llegan al local a disfrutar de un café y un delicioso postre.

Cuando habla se le nota el acento cantadito de la gente de su tierra, donde las montañas, las flores y el clima frío hacen que las personas sean más amorosas, pausadas y educadas.

Modismos

El joven reconoce que le ha costado aprenderse los modismos chilenos, porque cuando cree que se los sabe todos llega un cliente y le dice una nueva palabra.

"En todos los países hay modismos, si un chileno va a Venezuela se va a topar con palabras que no sabrá su significado, igual nos pasa a los migrantes cuando venimos a Chile", destaca.

Reymer trata de aprender cosas nuevas todos los días. Mientras que en su casa prepara comidas fusión, donde incluye la palta y el lomo de cerdo en el menú, sin olvidar que una buena arepa rellena con todo alivia su nostalgia.

"Escuché que Chile es como el Estados Unidos de latinoamérica", esa es la razón que lo hizo llegar a estas tierras.

Reymer Salas,, garzón"