Delincuencia por aquí, asesinatos por allá. Hoy como ayer y desde hace mucho tiempo vemos o leemos en las noticias a diario una dura realidad, que nos retrata en general como una sociedad inconformista, alienada, arriesgada con pocos valores y sin apego por casi nada.
Visto lo ocurrido recientemente (caso de mártir de Carabineros) y otras tantas veces con homicidios dirigidos o al azar, caiga quien caiga, surge la interrogante: ¿Pero qué hace que un joven se convierta en asesino sin más?, que haya perdido el respeto a la vida, al prójimo y a todo, que matar a un semejante sea tan simple como eliminar una mosca, entonces viene la pregunta obligada: ¿Tenemos hoy una mejor sociedad que ayer, qué está pasando?, pues no, qué duda cabe.
Nos quedaría entonces indagar en las condiciones de vida y/o posibles factores directos o indirectos que aisladamente o en conjunto puedan incidir en la formación y conducción de nuestra juventud, como por ejemplo: Vivir, crecer y formarse en una sociedad hedonista, exitista, materialista, empoderada y débilmente regulada, etcétera; falta de educación, valores, respeto, deberes y responsabilidades con una alta y quizás desproporcionada y mal entendida concientización sobre derechos humanos; tener como marco de referencia para actuar una democracia percibida como una panacea que todo lo permite creando conciencia sobre una falta clara de consecuencias o muy débiles para quien actúa fuera de la ley percibiendo un Estado garantista especialmente hacia a aquel considerado débil.
También, una fuerte hiperconectividad con consecuencias negativas asimilando información errada o no, pero carente de todo filtro, es decir, entendiendo una irrealidad; además vivir en un mundo, país cada vez más poblado con limitaciones obvias de espacio, oportunidades, trabajo, seguridad, más competitivo y contaminado en todo sentido.
Entonces, ¿nuestra democracia con tantos derechos y otros conceptos nos ha permitido construir una mejor sociedad? y si no es así, qué hay de fondo que lo impide. Tal vez sea tiempo de ver más detenidamente y con más valentía cómo lo hacen las naciones que ya llegaron al desarrollo.
José Caerols S.