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Padres de Ximena lloran su muerte desde hace 22 años

El cuerpo de la joven fue hallado en Palo Buque, pero el caso prescribió sin identificar a los culpables.
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Karina Sánchez

Ya han pasado 22 años del fatal día en que Ximena Eissmann desapareció y, dos días después, su cuerpo fue hallado sobre un roquerío en el sector Palo Buque, a 17 kilómetros de Iquique.

Pero ese tiempo no ha sido suficiente para que sus padres, Mirtha González (68) y Fernando Eissmann (76), dejen de llorar su muerte y le pidan a Dios justicia divina, ya que para ellos la justicia terrenal no funcionó.

La razón de no creer en el código penal chileno es que el caso de su hija pasó por siete jueces diferentes y fue cerrado en cinco oportunidades. A los 15 años prescribió y el culpable o los culpables están libres, aunque nadie sabe si el cargo de conciencia los deja vivir en paz.

Eissmann agradece a Carlos Vila, quien antes de ser nombrado notario fue el abogado de la familia y no les cobró ni un peso por todos los años de servicio. "Más que un abogado fue un amigo. Estamos muy agradecidos", afirmó.

Secuelas

La salud de esta pareja se ha visto quebrantada a lo largo de los años. Ellos piensan que la incertidumbre de no saber la verdad de lo que sucedió con su hija les ha pasado factura a nivel físico.

Mirtha sobrevivió a un cáncer de mamas, luego de que los médicos la desahuciaran y le dieran tres meses de vida. "Será que no me toca morir todavía, alguna misión me faltará por cumplir", dice.

Mientras que Fernando ha tenido problemas en su sistema nervioso. Siente ganas de llorar y tuvo que hacer varias pausas durante la entrevista, porque los sollozos hacen que sus palabras se ahoguen antes de ser pronunciadas.

Precisamente ayer fue al médico, porque cada vez que se cumple un aniversario de la muerte de Ximena vuelve a revivir el drama.

Cuenta que el médico que lo atendió en el Hospital fue el mismo que le hizo la autopsia a su hija, "Estuve varias horas esperando a que me atendieran y no había ningún médico, casi me desmayo de lo mal que me sentía, pienso que mi hija envió al médico, no es coincidencia que conociera de cerca el caso", comentó.

Recuerdos

La madre biológica de Ximena murió en un accidente de tránsito cuando la niña tenía 2 años y medio, pero Mirtha González la crió como a su propia hija.

Aún conserva las sandalias que utilizó para dar sus primeros pasos, son de color marrón y una es más alta que la otra.

Cuenta que la niña nació con una displasia de cadera y su padre le fabricó las sandalias, con las cuales pudo caminar sin perder el equilibrio.

Pocas son las fotos que guardan de Ximena, pues dice que a ella no le gustaba mucho retratarse. Pero tienen dos enmarcadas en portarretratos, una de cuerpo completo donde se ve que era delgada, mientras en la otra se detalla su hermoso rostro y un cabello largo, brillante y bien peinado.

Entre los recuerdos, Mirtha conserva varias carpetas con todos los documentos y expedientes utilizados en las investigaciones del caso.

Asimismo, guardan cassettes con grabaciones con testimonios de las personas que tenían algún dato que aportar, al igual que cintas de VHS que dan cuenta de las entrevistas y reportajes que surgieron entorno a la misteriosa muerte de Ximena.

En la conversación sale a relucir el día del terremoto del 2014, el cual destruyó el mausoleo familiar del Cementerio N° 1, donde reposaban los restos de Ximena y de su mamá biológica, por lo cual tuvieron que contratar a una funeraria y trasladar el féretro hasta el Cementerio N° 3.

El tiempo no alcanza para escuchar todo lo que tienen que contar y esta página se hace pequeña para resumir el sentimiento de unos padres ante la pérdida de una hija.

Ellos le piden a Dios que alguien les cuente qué pasó, por qué y quiénes le cegaron la vida a Ximena. Saben que no pueden hacer justicia, pero quieren cerrar el duelo y que su hija sepa que lucharon hasta el final.

"Será que no me toca morir todavía, alguna misión me faltará por cumplir".

Mirtha González,, madre de la víctima."