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Sonia Huerta lleva más de 42 años bailándole a la Virgen

Viene de una familia devota donde todos bailan. Su esposo, hijos y nietos han seguido su legado.
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Vladimir M. Hanshing

Sonia se declara devota máxima de la Virgen del Carmen. Dice que la "Chinita" le ha cumplido un sinfín de peticiones y por eso tiene un altar con dos imágenes de tamaño real de la virgen en el living de su casa. Su padre, Manuel Huerta, fundó la Diablada Alianza en 1962, en el campamento del mismo nombre, luego de bailar pieles rojas y morenos durante varios años. No fue hasta 1976, cuando Sonia tenía 25 años que decidió meterse al baile de su padre. Comenzó bailando como diablo junto a otras seis mujeres, pero luego de casi una década se cambió y a las bolivianas, disciplina que practica hasta el día de hoy. "Bailábamos de diablo junto a mi hermana. De ahí nos salimos y pasamos a boliviana, porque los pasos eran más difíciles", recuerda Huerta.

Hoy en día dice que se apasionó por bailar como boliviana, luego de tres décadas siendo parte del ballet. Este año se harán presentes durante seis días, donde los 142 bailarines mostraran lo aprendido durante varios meses. El vivir lejos de la plaza del pueblo y los años ensayados desgastan a Huerta, pero a pesar de sus 67 años, dice mantener las energías para asistir año a año a celebrar la fiesta de La Tirana.

"Es agotador desde que uno hace la entrada porque es mucho cansancio y hay muchos bailarines que vivimos lejos de donde bailamos entonces hay que caminar de extremo a extremo", comenta Huerta.

Familia y su influencia

Sonia Huerta se dio el gusto de bailar junto a su marido Juan Huerta (68) y sus hijos Cristián (44) y César (42). Entre risas señala que todos quienes los conocen por primera vez, se ríen por compartir apellidos con su esposo. Su hijo mayor es el presidente de la diablada, mientras que el menor es el caporal del baile. Por su parte, su nieta más grande participa activamente de estas extenuantes jornadas, mientras que la más pequeña de la familia se prepara para ser la hada de la diablada con solo seis años.

Uno de los momentos más difíciles que afrontó la familia Huerta Huerta fue la pérdida de una de sus nietas. "Tenía una nieta que fue figurina que también bailaba, salía en la diablada y ella lo hacía en su silla de ruedas, lamentablemente a los siete años el señor se la llevó, nos dejó a todos muy mal y hasta el día de hoy se le recuerda mucho", expresa con nostalgia Sonia.

Por último, destaca la gran labor que ejerce su padre al interior de la Diablada Alianza, donde dice que ha brindado toda su vida al baile, y hoy si bien está más alejado de las pistas sigue entregando consejos y sabiduría a los jóvenes que se unen a la diablada.

"Mi papá aconseja a los más jóvenes y cuando tiene que retarlos también lo hace, a veces los caporales tienen que ser buenos líderes y enseñar", precisa Huerta.

También le agradece al baile, porque señala que les ha dado mucho como familia a pesar de todas las dificultades. Sonia pretende seguir bailando hasta que su cuerpo se lo permita y espera que ese momento no llegue todavía.

"Yo la tengo todo el año aquí a la virgen junto con el señor, acá vienen los bailarines a rezar y es un gran privilegio".

Sonia Huerta, bailarina de la Diablada Alianza por 42 años."