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Feria Lynch-Tarapacá cierra sus puertas a pesar del rechazo de un grupo de locatarios

Usuarios antiguos dejarán el lugar, mientras que los nuevos se niegan a dejarlo.
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Corría el año 2001 cuando un par de comerciantes buscaba un espacio para ofertar sus productos navideños. Se agruparon y vieron un espacio en la intersección de la calle Patricio Lynch con Tarapacá. Hicieron las consultas pertinentes y se instalaron durante cinco días en los días previos al 25 de diciembre. "Nos cobraban cerca de 80 mil pesos por la semana de Navidad", recuerda Erasmo Bañón, locatario en esta feria desde esa fecha. En ese tiempo, Douglas Cruz era quien estaba a cargo de la administración del lugar.

Luego poco a poco los primeros feriantes comenzaron a utilizar de forma más seguida las instalaciones, que primero contaba con dos pasillos, y el que daba hacia la calle Tarapacá era el principal, y tenía un costo más elevado, mientras que el interior era más económico.

Con el tiempo el lugar tomó el nombre de sus principales calles que la rodean: feria Lynch-Tarapacá. Luego de tres años, la municipalidad comenzó a detectar la gran cantidad de comerciantes ambulantes, por lo que se ubicaron a algunos vendedores dentro de la feria. Así llegó a tener su puesto que medía un metro y medio de ancho, por dos de largo, Rudy Taboada. "En ese tiempo, Óscar Adasme (encargado) vio la necesidad y cobraba un precio acorde. Nos salía mil pesos diarios y estábamos instalados", reconoció Taboada.

Al principio, el piso estaba formado íntegramente por tierra, luego pasó a conchuelas y después a arena blanca, luego se incorporó una malla raschel. "Nosotros tapamos con malla celeste y verde, porque la gente se enterraba y se echaban a perder los zapatos", indicó Bañón. hoy la feria está parcialmente pavimentada y el resto con cerámica.

La feria comenzó a cambiar con el tiempo, empezó como un lugar de artesanía, hasta su cierre, donde se podía encontrar desde locales con venta de ropa hasta un sitio de comidas.

En 2016 José Olivares y María Olivares compraron el terreno. En conjunto con los 35 locatarios, firmaron un acuerdo de arriendo por seis meses, que una vez finalizado, podría renovarse por la misma cantidad de tiempo. Así pasaron las tres primeras renovaciones, hasta que en enero de 2018, María Olivares se acercó a los locatarios, y les informó que el espacio había sido vendido y tenían que salir. "La señora Olivares nos informa que de acuerdo a la ley nos avisaba con un mes de anticipación para salir debido a que la propiedad fue vendida a la inmobiliaria Catedral", relata Taboada.

En abril la constructora le informa a los feriantes que tenían que abandonar el lugar. Las partes llegaron a un acuerdo en que los feriantes se comprometían a salir ayer viernes (27 de julio), con la condición de que la inmobiliaria no cobraría los últimos cinco meses de arriendo. "Fue todo de buena manera, además no nos cobraron estos meses. Es el precio de la modernidad, todos los locales más chicos han caído cuando llegan cadenas o empresas más grandes", señala Taboada.

Así fue el último día de la feria Lynch-Tarapacá, lugar que llegó a tener más de 60 locatarios, pero que en el último tiempo bajó a 35. El lugar contaba con 54 trabajadores, pero en su última jornada contó con 28 locales abiertos, y 37 personas atendiendo al público. De acuerdo a lo señalado por Rudy Taboada, los locatarios no cuentan con una directiva formal, y cada uno tendrá que buscar, de forma independiente, un nuevo sitio que los albergue y se convierta en un nuevo lugar para continuar con el negocio que llevan por años.

Existe, sin embargo, otro sector de locatarios con menos tiempo en el lugar que se resiste a salir.

Ximena Pérez lleva dos años en la feria y señala que los 28 locatarios más antiguos quieren sacarlos sin entregarles la indemnización correspondiente. "Los más antiguos nos quieren desalojar sin darnos el dinero que nos corresponde, luego de la indemnización que dio la constructora. Yo no saldré de la feria mientras no haya nada legal", cerró Pérez.

"Es el precio de la modernidad. Los locales más chicos han caído cuando llegan cadenas o empresas más grandes"

Rudy Taboada, locatario."