La región se ha visto azotada por varias desventuras en las que han perdido la vida adultos y niños, dejando a la comunidad impactada. El dolor de un núcleo familiar que repentinamente pierde a uno de sus integrantes trágicamente por un accidente, un suicidio o una muerte repentina, provoca un daño psicológico prácticamente irreparable, si no es tratado oportunamente por especialistas, para evitar traumas que pueden derivar en severas depresiones y cuadros angustiosos.
El proceso denominado "duelo", se inicia inmediatamente después de vivir semejante tragedia y tiene relación con la aceptación de los funestos hechos. Este es el primer paso, sin embargo, es uno de los más difíciles de lograr.
Por ejemplo: un niño que debe asumir que su madre ya no está viva, situación muy dolorosa y traumática. Pasa de una realidad psicológica de normalidad a un entorno de angustia y desesperanza. Por eso hay que extremar los cuidados psicológicos de las familias afectadas por estos trágicos hechos.
Prestar mayor atención a los niños, adolescentes, miembros del grupo familiar afectado. Estos, en primera instancia, negarán el fallecimiento del ser querido, aduciendo quizás que se encuentra de viaje, o está durmiendo y despertará, pero siempre con la secreta esperanza de volver a verlo.
Sin embargo, si esta negación de la pérdida se hace permanente y los chicos no pasan a la etapa de la aceptación y el duelo, este proceso se puede transformar en patológico, presentando sintomatologías, como terrores nocturnos, cuadros angustiosos, irritabilidad, estados emocionales cambiantes, apatía y bajo rendimiento escolar.
Los adultos deben ayudar en la aceptación del duelo, hablando, expresando el dolor, dejando que fluyan libres sus emociones para así enseñar, que todo es un proceso y como tal tiene un término.
Si un menor ve en un adulto integrante de su grupo familiar rechazar el dolor y no aceptar el duelo, estará internalizando patrones de conductas de introversión, angustia, irritabilidad y la negación de la libre expresión de sus emociones.
Se hace indispensable que los grupos familiares que sufrieron estas pérdidas reciban desde un principio la asesoría de un especialista. Sobre todo, los niños deben recibir terapias para poder otorgarles las herramientas psicológicas necesarias para enfrentar el proceso del dolor y así reconstruir el núcleo familiar, para poder vivenciar un adecuado duelo y recuperar el equilibrio emocional en sus vidas y en las de sus familiares cercanos.
"Los adultos deben ayudar en la aceptación del duelo".
Dr. Jorge Font,, diplomado en Adicciones UC"