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Los volantineros que no dejan en el olvido este oficio chileno

Se instalan tradicionalmente para Fiestas Patrias en Playa Brava. Su trabajo comienza desde marzo.
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Crismary Castillo Marengo

Llegó septiembre, mes de vientos y volantines. En Playa Brava todos los años se instalan vendedores de este juego tradicional chileno; un oficio que pocos en la ciudad mantienen pero que Juan Lillo González maneja al dedillo.

"Desde chico comencé a hacer volantines porque yo soy del sur, de Talca. Allá se eleva mucho volantín de papel... los de verdad, los bonitos", recordó.

Lillo llegó a Iquique hace 18 años y observó que pocas personas se dedicaban a vender volantines de papel. De hace 15 se animó a fabricar y vender volantines en el borde costero ya que según contó siempre se ha instalado allí en Playa Brava, tanto al frente como al lado de los juegos.

"es un arte"

Hacer volantines de papel es un arte, según describió Lillo. "A mi nadie me enseñó y aprendí solo. Es un arte. Es un trabajo que me gusta porque cuando se eleva un volantín volvemos a ser niños", acotó.

Desde junio comienza a hacer volantines durante las noches para cortar y pegar el papel.

"Ahora mismo tengo que pegar muchos palillos. Pero ya tengo como 300 hechos para llegar y vender", sostuvo.

En su experiencia la mayoría de las personas que elevan volantín de papel son los adultos.

"Para aprender hay que echar a perder unos primeros. No es una cosa tan difícil pero hay que tener técnica para elevarlos", dijo.

Hay que saber cuándo dar el "tironcito" y estar muy atento cuando se va en "picá" el volantín. Esa es parte de la técnica que usa Elías Vera para encumbrar uno.

El iquiqueño encargó a Lillo con meses de anticipación un volantín con medidas especiales. "Hace tiempo se lo pedí porque me apasiona volar volantínes. Este es uno de los más grandes que hay en Iquique porque mide un metro por un metro. Quería tener uno de este porte", aseguró.

El 18

Luis Bezares lleva 30 años haciendo volantines. El año que llegó a Iquique "justo lo pilló" un 18 y como no tenía empleo ni dinero, su idea fue hacer lo que desde pequeño le enseñaron: volantines de papel.

"Hice 30 volantines tipo 'pantalón' y eso me salvó el 18. Desde ahí sigo haciendo volantines hasta el día de hoy", mencionó.

En su infancia aprovechaba el papel en el que venían envueltas las manzanas y así, recopilaba el material para sus volantines.

"Con mi esposa los hacemos. En marzo comenzamos a preparar todo el papel para dejarlo listo y pegar después el madero. Después nos dedicamos únicamente a armar", describió.

El armado es uno de los procesos fundamentales en la fabricación de este juego chileno. Bezares, por ejemplo, hace algunos diseños pegando de tal manera el papel, que recrea diseños cuadriculados. También prepara volantines temáticos con paisajes de La Pampa o las salitreras.

Entre sus recuerdos mencionó que cierta vez por un encargo de un candidato político, tuvo que hacer 1200 volantines.

"Yo no tengo idea si ganó, pero el trabajo fue bueno y harto. Así que de esto gracias a Dios mantenemos nuestra casa", indicó.

Para este 18 tiene también cerca de 200 volantines que serán elevados en la salitrera Humberstone.

"Ya uno tiene tantos años haciendo volantines que se sabe de memoria los trucos para hacer nuevos modelos", precisó.

En cuanto a la generación de relevo indicó que lamentablemente el oficio no cuenta con muchos jóvenes que se animen a fabricar volantines.

"Tendrían que ser mis nietos. Yo le enseñaría a hacer volantines. Es cosa de irles enseñando para que no se pierdan las tradiciones, sobre todo en Iquique que siempre hay buenos vientos".

Luis Bezares, fabricante de volatines, sobre su oficio."

"Ya uno tiene tantos años haciendo volantines que se sabe de memoria los trucos para hacer nuevos"."