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El comercio en las ramadas se convirtió en el negocio familiar

"La Pochita" era el apodo de la mujer ramadera que traspasó esta tradición a hijos, nietos, tíos y primos.
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Francisca Cabello Iriarte

Las ramadas cada año son una oportunidad para todos los que tienen espíritu de comerciante. Se preparan con anticipación y se las ingenian para ofrecer el mejor producto al público que transita por los pasillos buscando las ofertas, pero detrás de cada una de estas fondas hay una historia que contar, algo que los motiva cada año a trabajar en vez de celebrar, y en este caso se trata de toda una familia.

Uno de los locales que está ubicado en la intersección de Tadeo Haenke con Héroes de La Concepción lleva el nombre de "La Pochita", el apodo de una mujer que pasó toda su vida instalada en las ferias iquiqueñas y ha sido ella quien tras su muerte, sigue estando en los corazones de sus familiares que todos los años la recuerdan por su tradicional puesto de comida.

Luis Apala Roque es uno de los nietos de la "Pochita" y lleva 35 años como comerciante, vendiendo destilados y los típicos platos chilenos. Explicó que esta tradición viene de su abuela y de su tío "Chito", quien antiguamente era el presidente de los ramaderos. "Ellos nos dejaron esta herencia como familia, somos uno de los primeros ramaderos", contó Apala.

En este negocio que ocupa gran parte de su vida y energía no está solo, cuenta con el apoyo de su esposa, nietos, yerna, y todos colaboran para sacar adelante el puesto familiar. "Es bonito porque hacemos las Fiestas Patrias juntos, si queremos nos ponemos a comer unas empanaditas, pero hay harta pega, esperamos todo el año esta fiesta", dijo.

"El amigo Chito", haciendo alusión al hombre que tenía una cocinería en el Terminal Agropecuario también llamado "La Pochita", es el nombre de la fonda de Alberto Roque, un joven de 21 años que sigue el legado de Luis Roque, su padre. "Yo saqué el don de comerciante de mi papá, él falleció hace cinco años y yo soy el que sigue con esta tradición del comercio, me gustó y espero seguir haciendo el trabajo de él", comentó.

Un poco más al fondo se encuentra Jaime Aravena Roque (28) quien comenzó a los 20 años a instalarse con su propio local de juegos típicos. "Ellos (sus familiares) siguen en el negocio de la comida pero no es mi fuerte, siempre ha sido el juego de los peluches porque al público les llama la atención", contó Roque quien ha traspasado este espíritu de vendedor a su hijo y sobrino que lo acompañan, y a su esposa que se instaló este año en la ramada de Alto Hospicio.

"Aurora" era el nombre de esta mujer que llevaba las ramadas en las venas, conocida en Iquique por sus manos maestras que hacían arroz, papas a la huancaína, pollo, chancho, carne y un sinfín de platos que hoy en día siguen elaborando sus nietos y sobrinos.

Esta instancia de festividad es goce para algunos y trabajo para otros, a la familia Roque les toca laborar cada año para sustentarse y mantener viva la memoria de "La Pochita", quien vibraba con la cultura criolla de su país y región.

Luis Apala,, comerciante"

"Ellos nos dejaron esta herencia como familia, somos uno de los primeros ramaderos"."

"Yo saqué el don de comerciante de mi papá, él falleció hace cinco años y yo soy el que sigue con esta tradición"

Alberto Roque,, comerciante"