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En busca del invisible mundo de las bacterias en pleno desierto

La académica Cristina Dorador explora la vida microscópica en el ambiente más árido del mundo.
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Ricardo Muñoz E.

"Soy antofagastina, nacida en el Hospital Regional", dice de entrada Cristina Dorador cuando comienza la entrevista en su oficina de la Universidad de Antofagasta, en donde es académica.

Pero este lugar físico es más bien un disfraz, porque la verdadera oficina de esta doctora son los salares y lagunas del norte de Chile, ahí mismo donde se dedica a investigar los secretos biológicos de estas reservas de agua en el desierto más árido del mundo. Las bacterias se han transformado en los seres vivos predilectos de Cristina, quien después de haber estudiado en la Universidad de Chile, junto a la investigadora Irma Vila (una de sus referentes), tomó sus maletas y se fue a Alemania a obtener su doctorado en microbiología.

De la música a la ciencia

Cuando era chica, Cristina vivió durante algunos años en Mejillones y posteriormente regresó a Antofagasta, siempre atraída por conocer el mundo que la rodeaba y tener un gran apego a la ciencia. "Me acuerdo que en la escuela que estudié, la Dario Salas D-75, estaba muy bien equipada y tenían unos microscopios antiguos que había que mirarlos al sol. Ahí mirábamos los insectos y los catáfilos de cebolla. Siempre me fue bien en la escuela y en el liceo, me gustaba estudiar, no primer lugar, pero me iba bien", señala.

Pero el apego por completo a la ciencia no estuvo siempre al cien por ciento. La joven estaba entre estudiar música (tocaba el contrabajo en el Liceo Experimental Artístico) o la investigación. "Esto último me llamó la atención porque siempre fue muy diferente y dije 'no quiero trabajar en algo rutinario. Quiero tener siempre desafíos'".

Así, se dio cuenta que había poco conocimiento de microbiología y menos ligada al estudio de salares en el desierto. Por eso volvió y no a cualquiera, sino que al más árido del planeta para estudiar constantemente los microorganismos del altiplano, los que están en condiciones tan extremas (extremófilos), pero que al mismo tiempo cumplen el valioso rol de permitir el funcionamiento del ecosistema.

"Quise estudiar los salares porque no son muy conocidos. De hecho, los estudios microbiológicos en Chile son muy pocos, algunos de los años 90's que lo hicieron dos profesores ya jubilados. Entonces fue un área muy novedosa para iniciar a trabajar... Me tocó una época muy interesante, en la que comenzaron a hacer estudios moleculares (basados en el ADN) para estudiar microbiología y con esa aproximación comencé a describir qué bacterias, arqueas y otros grupos había aquí, tanto en lagos como en salares del norte".

Uno de los desafíos de Cristina fue ese, desarrollar una ciencia local pero con proyección internacional. "Hemos estudiado más de 10 o 15 salares por todo el norte y hay más de 60 filas (grupos grandes bacterianos) y en el planeta se han descrito más de 90", señala. Por lo tanto, si se habla de especies, el número puede llegar a miles de tipos de organismos viviendo en nuestro altiplano.

Bacterias y Marte

¿Pero por qué son importantes las bacterias? "Todos creemos que cuando hablamos de bacterias estamos frente a organismos patógenos (que ocasionan enfermedades), pero ahora con la biología molecular podemos entender que las bacterias están presentes en todos los ambientes de La Tierra. En el que uno se imagine habrá arqueas y hongos, probablemente. No podríamos vivir sin bacterias, porque más del 50% en nuestro cuerpo son células microbianas, versus el otro 50 que son células humanas. Entonces, en los salares pensar en bacterias es súper raro, pero son fundamentales, en donde hay ambientes en el norte que son únicamente dominados por bacterias, no crece otra cosa y hay especies que están solamente aquí".

Esta condición propia del norte de Chile permite importantes beneficios. Gracias al estudio de las bacterias que se han adaptado a estas características del ambiente, ha sido posible crear bloqueadores solares en base al comportamiento microbiano para producir filtros resistentes a los rayos del sol, por ejemplo.

En astronomía, todos los ojos están puestos en Marte y el viaje tripulado para el 2022 anunciado por la empresa SpaceX. Si es que en algún momento se encuentra vida en el planeta rojo, lo más probable es que se trate de bacterias.

En una anterior charla sobre este mismo tema, Cristina señaló que de hallarse vida en Marte, esto sería gracias a la experiencia científica que se ha desarrollado en el desierto, en la Región de Antofagasta, por las pruebas en la zona para eventuales misiones. Hoy, lo reafirma.

"En el marco de buscar un ambiente habitable es la presencia de agua líquida lo que parece ser el requisito fundamental y que tenga una temperatura para el desarrollo de la vida como la conocemos en la Tierra. Marte viene a ser el mejor análogo de posibles lugares con vida. Cada vez nos mandan más fotos de los robots y cuando una las mira dice 'oye esto está aquí mismo, en el paisaje no hay diferencia'. En la composición química del suelo, resulta que también hay elementos que están presentes en el Desierto de Atacama, como las sales de perclorato. Entonces si pensamos más allá y decimos que si un ambiente muy similar está en la nuestra zona, probablemente la vida sea muy similar a la que probablemente haya allá. Si encontramos vida en otros planetas, lo más probable es que se parezca mucho a la que tenemos acá".