1918 fin de la gran guerra
Algunos historiadores nos hablan de un siglo diecinueve largo, que habría concluido con el fin de la primera guerra mundial en 1918. Se señala también que en ese año se termina con la segunda mundialización, fenómeno a escala internacional que se habría iniciado a fines del siglo dieciocho y que se caracterizó por la revolución industrial y la hegemonía del imperio británico (Pax Britannica). El 11 de noviembre de 1918 en Compiègne se firmó el armisticio, dejando alrededor de nueve millones de muertos y más de seis millones de inválidos y, posiblemente lo más relevante, los términos tan humillantes de la derrota del imperio alemán provocaron un resentimiento que llevaría a la siguiente guerra en 1939.
Resentimiento revestido de un nacionalismo esencialista que escalaría hasta el racismo. Efectivamente, como lo señala el historiador E.J. Hobsbawm "Si hubo un momento en que el decimonónico "principio de nacionalidad" triunfó fue al finalizar la primera guerra mundial, aunque ello no fue predecible ni era la intención de los futuros triunfadores…".
Otro aspecto del término de la Gran Guerra en 1918 fue que las potencias beligerantes dejaron de demandar salitre para esos fines y, por lo mismo, Chile perdió el principal mercado para su economía exportadora. Solo se necesitará un par de meses para que se iniciaran los paros de oficinas salitreras: el 4 de enero de 1919 ya habían paralizado 14, tres días después el diario El Nacional de Iquique nos dice que 500 trabajadores chilenos partieron hacia el sur y 300 peruanos hacia el norte. El mes de enero concluyó con una agitación obrera y la aplicación de la ley de estado de sitio. Este tipo de noticias se repetirán todo ese año. La alegría que significó el fin de una guerra cruenta paradojalmente trajo dolor y miseria en el norte grande de Chile.
Un hecho anecdótico para cerrar esta columna: en 1918 recibió el premio nobel el químico alemán de origen judío Fritz Haber, uno de los inventores del salitre sintético, producto que desplazaría definitivamente al salitre natural de Chile. Fritz Haber tuvo un lamentable papel durante la Gran Guerra, al ser el impulsor de la "guerra química" cuyos resultados fueron horrendos. Otra paradoja es que su invento fue "mejorado" por los nazis en la segunda guerra mundial y empleada en contra de los judíos. En 1933 debió abandonar Alemania para siempre.
"La alegría que significó el fin de una guerra cruenta paradojalmente trajo dolor y miseria en el norte grande de Chile".
Dr. Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014"