A lo largo del tiempo, la relación de las universidades con la sociedad ha ido evolucionando, pasando de ser una institución casi aislada y de solo una elite hasta estar inserta en el centro de la sociedad del conocimiento, y comprometida con la transformación social que se vive, a nivel país y mundial.
Si tomamos en cuenta la historia de la región de Tarapacá y especialmente de la ciudad de Iquique, durante últimas cinco décadas, el desarrollo ha estado ligado con el crecimiento de la Universidad Arturo Prat. Así, por ejemplo, es imposible tener en la memoria un proyecto, avance, logro o responsable del mismo, que no tenga vínculo con nuestra institución, lo cual demuestra como la relación con la comunidad va más allá, y responde a la forma en cómo se forman profesionales bajo una mirada integral; como se generan nuevos conocimientos que aportan a la comunidad; cómo se crean espacios para expresarse y debatir y cómo se fomenta la cultura y el deporte. En ese contexto, existe claramente el convencimiento de que la educación y los valores que ella conlleva son palancas que contribuyen a salir del subdesarrollo, y como sabiamente decía Paulo Freire debemos tener la clara conciencia que no es la educación como tal, sino las personas quienes gestan estos cambios.
Nuestra Fundación para el Trabajo Unap que atiende a personas en situación de calle y a pequeños que viven en ambientes vulnerados; los Centros de Salud, Odontológico, kinesiológico, de Atención Sicosocial y la clínica jurídica, por nombrar solo algunas de las iniciativas donde estudiantes, académicos y funcionarios en general, aportan con una honesta preocupación por los habitantes de esta Tierra de Campeones.
A esta tarea invito a sumarse el mundo público y privado, a los que nacieron aquí, a los que llegaron por amor o por trabajo, a los chilenos y chilenas, a las extranjeras y extranjeros.
Nuestro llamado es a que combatamos la pobreza, la desigualdad y la discriminación con las mejores herramientas, con nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro, respondiendo a las necesidades de nuestro entorno. Porque la calidad de una persona no se mide por los años de estudios, ni por su estrato socioeconómico, se mide y se valora por los cambios que genera para el bienestar de su sociedad.
"Nuestro llamado es a que combatamos la pobreza, la desigualdad y la discriminación".
Gustavo Soto Bringas,, rector Universidad Arturo Prat"