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Familia iquiqueña llevó la tradición de los carros navideños a Quellón

La familia Briones Prieto quiso llevar la alegría del norte hasta la región de Los Lagos.
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Francisca Cabello Iriarte

La tradición iquiqueña que se realiza todos los años desde la década del setenta, con grandes camiones que transitan por la ciudad junto al Viejo Pascuero entregando regalos y dulces para los más pequeños, se trasladó más de tres mil kilómetros hacia el sur del país.

Fue en Quellón, región de Los Lagos, que la familia Briones Prieto se les ocurrió emular la costumbre nortina para entregarles un momento de alegría a los niños de la ciudad y todo resultó un éxito.

Camila Briones es iquiqueña y junto a su esposo viven hace tres años en el sur y su hermana Jennifer también llegó hace dos meses a radicarse junto a su marido, Carlos Santis. Este último contó a La Estrella que su cuñada hace tiempo que tenía ganas de hacer un carro alegórico, así que se motivaron y unieron a más amigos para realizar una caravana por el sector norte de Quellón.

"Fuimos a comprar las cosas, los adornos, las tizas para rayar los autos y con amigos juntamos las pastillas. Mi cuñada les llevó regalos a los hijos de sus amigos y mi suegro, que vino desde iquique, se hizo un traje de Pascuero que confeccionó él mismo y lo trajo para acá", contó Santis.

A pesar de que la organización fue de forma improvisada, descargaron sonidos de sirenas y subieron el volumen de la radio de las camionetas para hacerse notar y en otro vehículo se asomó Roberto Briones de Viejo Pascuero con música de villancicos.

"Para la gente fue novedoso porque se asomaban por la puerta o la ventana a mirar qué era lo que pasaba. Quellón es una ciudad muy apagada entonces no estaba el espíritu navideño como en Iquique que uno escucha una sirena y sabe que son los pascueros, acá no y estaban sorprendidos de lo que pasaba", relató el integrante de la familia.

Uno de los amigos que se sumó al carro alegórico esperaba en su casa para que su hijo recibiera su regalo, hasta que llegó el momento y según contó Santis, quien vivió cinco años en Alto Hospicio, el pequeño estaba sorprendido y no podía creer que el viejito pascuero estuviera en la puerta de su casa para darle un obsequio.

En el trayecto de regreso la gente había corrido la voz sobre que un carro navideño transitaba por las calles y que podía pasar nuevamente. "Cuando escucharon las sirenas la gente se aglomeró en las veredas y nos quedamos sin dulces porque había mucha gente, niños, adultos y ancianos. Al principio cuando pasamos había sido medio apagado pero de vuelta estaban todos eufóricos, aplaudiendo y era como ver muchos niños chicos porque todos recogían los dulces", agregó.

Esta experiencia los llenó de motivación y ya piensan en preparar algo para el próximo año, mucho más organizado y con más gente, ya que esperan llevar el carro alegórico a otras poblaciones y zonas rurales, para entregar la alegría de estas fiestas con una tradición local.

"Cuando escucharon las sirenas la gente se juntó en las veredas y nos quedamos sin dulces porque había mucha gente, niños, adultos y ancianos".

Carlos Santis llevó un carro alegórico a Quellón."