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[En verano]

La añoranza de la historia en el Palacio Astoreca

Por más de 100 años le ha entregado elegancia al Paseo Baquedano con sus muebles, sus detalles y la gente que no duda en viajar a la época salitrera.
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Francisca Cabello Iriarte

La familia Astoreca tenía cinco salitreras en pleno auge del mineral a principios del siglo XX. Esto los llevó a construir una casa de verano para instalarse en Iquique y disfrutar de una temporada estival con vista al mar. Una estructura que a pesar de los años sigue vigente y hoy en día está abierta para que todos la conozcan y vibren con sus reliquias e historias.

Pino oregón con cubierta de cedro son los materiales que dan vida al monumento que cuenta con 15 habitaciones en el primer piso y 22 en el segundo y que recibían a la familia completa además de su mayordomo e institutriz.

Una capilla es una de las dependencias que hacen evidente la originalidad del palacio y a un costado cuenta con un cuarto que se ocupaba para el jardineo, además de una caballeriza que conforman el patio.

El fallecimiento del padre de la familia vino luego de terminar dicha construcción por lo que su esposa no tardó para emigrar quedando en posesión del Estado para convertirse en la intendencia.

Hoy en día la mantención del recinto está a cargo de la Universidad Arturo Prat, a través de la dirección de Pedro Marambio, quien contó a La Estrella que "los muebles que se conservan son los del salón rojo, la sala de fumadores y el comedor. Arriba está la habitación del matrimonio que es la única que tiene algunos muebles originarios de la época".

En cada uno de ellos se puede apreciar los estilos barroco, neoclásico, algunos de ellos con influencia oriental pero todos fueron importados desde Inglaterra y Francia, por lo que el equipo ha tenido que tomar cursos para interiorizarse sobre el trabajo de limpieza que requieren cada uno de ellos.

Marambio sostuvo que la cantidad de gente que transita es positiva, aunque hace un llamado de cuidado con ciertos detalles que provocan la perdurabilidad de la edificación que tiene más de cien años y ellos son "limpiarse los pies antes de ingresar, evitar venir con zapato de taco alto porque daña el piso y no tocar los muebles porque la gente tiende a sentarse".

Dos cocinas, una para los dulces y otro para lo salado, un montacargas, porcelana, mármol y un sinfín de elementos son parte de este patrimonio materializado, el cual también cuenta en su segundo piso con una muestra malacológica que fueron compradas a un coleccionista iquiqueño y que provienen de distintas partes del mundo. Todos aquellos que quieran empaparse del pasado y admirar estas piezas lo pueden hacer de martes a sábado de 10 horas a 14 horas y de 15 horas a 18 horas.