El cierre de una conocida fábrica nacional de calzado pone de nuevo de manifiesto sobre la triste realidad de lo que va quedando de la otrora activa industria manufacturera nacional.
Los comentarios se mantienen momentáneamente pero después viene la tranquilidad hasta el anuncio de otra fábrica que paraliza y deja más cesantes y así continuará este verdadero proceso de desindustrialización.
El oficialismo no reacciona convenientemente.
Se dan razones como si se estuviera dictando clase de economía de mercado en la universidad. No creo que haya una real política de fomento de nuestra industria con rebaja tributaria y crédito blando. ¿No está el Banco Estado?
Chile tiene una de las economías más abierta del mundo, lo que nos ha traído muchas ventajas dentro del sistema neoliberal. Se fomentan las exportaciones, mayoritariamente de materias primas, se abren generosamente las puertas a una masiva avalancha de artículos importados del Asia. Pero la industria nacional no puede competir frente a artículos sumamente baratos y de calidad inferior pero que permiten obtener grandes utilidades.
A las autoridades parece que no les agrada hablar de tratamiento especial a la industria nacional, lo que queda.
Se la está sacrificando para mantener invariablemente la política económica, la que viene desde atrás hasta ahora.
Muchos productores ahora se transforman en importadores. Mantienen conocidas marcas pero sus mercancías las traen de Asia. Ocupan muchísimos menos trabajadores, menos problemas y más ganancias, ese es el camino que seguirán otros.
Mientras tanto los honorables, una casta privilegiada, se despellejan por el cargo de presidente de la Cámara Baja, los que no dan señales de preocuparse de lo que pasa con la disminuida industria nacional de confección, etc.
En los buenos tiempos de la industria nacional, cuando daba ocupación a miles de trabajadores, estaba el eslogan sobre la calidad de sus productos: "Si es chileno es bueno".
Hoy no interesa calidad, solo precio, sin interesar que dure poco o muy poco y salen más desperdicios textiles desde los hogares.
Mario Zolezzi Velásquez