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La nueva tendencia de cremar a las mascotas

Familias optaron por nuevas formas de despedirse de sus mascotas y no dejarlas en el olvido.
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Crismary Castillo Marengo

Dos niños pequeños se acercan a Cristián Vega trayendo en sus manos dos alcancías. En ellas tienen los ahorros que juntaron en los últimos meses y que hoy sirven para el pago de la incineración de la que fue su mascota, un conejo.

Esta es una de las historias que recoge Vega, gerente de Terreciclo, un empresario que desde septiembre de 2018 ofrece este tipo de servicios a familias de la región.

"Es penoso. Ellos querían financiar el proceso. Son casos que uno recuerda con especial cariño. Hay personas que al morir su mascota, se quedan solas. Se ven muchas cosas en este trabajo, por ejemplo, hay epitafios que dejan en las placas y son tipo: me prometiste estar conmigo hasta el final y me dejaste sola. Era una persona que su única compañía era su perro", explicó.

Vega detalló que muchos de sus clientes vienen de Arica, Antofagasta, Calama y San Pedro de Atacama, dada la ausencia de este tipo de lugares para incinerar a mascotas.

La tarifa que más se ocupa es la de entre cero y 15 kilos de peso con un costo de 90 mil pesos. "La entrega de las cenizas demora 24 horas. Lo más complejo de todo esto es que la persona no lo vea como un trámite, sino que es un momento de privacidad y que es casi lo mismo cuando ocurre la cremación del ser humano", dijo.

Apuntó que también hay situaciones donde el cliente pide que vayan a buscar a la mascota y se realiza la cremación sin devolución de cenizas.

"También hay casos donde incinerar crea problemas porque alguno de la pareja no quiere y, la otra persona sí. Una se va por el lado sentimental y la otra persona por el monetario", agregó.

Una de los casos más curiosos que recordó Vega fue cuando una familia llegó a cremar a un ave.

"Era una gallina española que tenían como mascota y a la que el perro mordió un poco más fuerte y no resistió", apuntó.

Max

Luego de pasar más de una década fuera de Chile, Karina Aguilera regresó a al país y, en su viaje, trajo a Max, un cachorro pastor alemán de dos meses.

"A Max lo adoptamos y también teníamos a dos gatos. Él estuvo con nosotros doce años; era un perro muy protector y tierno. Siempre nos cuidó", recordó.

Max sufrió una torsión gástrica, un síndrome de dilatación-torsión de estómago y de pronóstico muy grave y que debe ser tratada con la máxima urgencia, ya que puede acabar con la vida del perro en cuestión de horas.

"Se operó pero no aguantó más allá de cinco días. El veterinario nos informó de la cremación y nosotros ya habíamos investigado porque no queríamos dejarlo en cualquier lado. Era un perro muy grande y no tenía espacio para enterrarlo en mi antejardín", manifestó.

Karina Aguilera contó que si bien todo el proceso es bien explicado por parte de la empresa, siempre existen inquietudes al respecto.

"Cuesta ver qué van a hacer con tu perrito. Tuvo un costo pero nosotros lo conversamos como familia y era la única posibilidad de no alejarnos de él, era tenerlo en casa en su cajita y con una placa", dijo.

Incinerar

El proceso para incinerar a una mascota requiere de una maquinaria con doble cámara, que no emita gases peligrosos a la atmósfera, ni humo ni olores.

"Sabemos que acá en la región existen varios cementerios clandestinos y además no están bajo ninguna norma sanitaria y se ubican al borde de la carretera", explicó David Lillo, gerente operacional de la empresa Geconor, que se encarga de la gestión ecológica de residuos.

"Esta es una necesidad, una realidad. Y nosotros nos planteamos ser un apoyo a la comunidad. Iquique es una ciudad que crece hacia arriba y por esto no muchos tienen espacio y, con el afecto que una persona tiene a su mascota, no quiere dejarla en uno de estos lugares, prefiere tenerlo en una ánfora en su casa", dijo.

Bioanforas

Una "segunda vida" también puede tener su mascota con una bioanfora, un sistema ecológico que también funciona en este tipo de procedimientos.

"Allí las cenizas funcionan como materia orgánica y se mezclan con tierra de hoja. Lleva una planta o una semilla, en realidad lo que quiera el cliente y la va a poder regar y mantener en una planta. Es una manera simbólica de darle una segunda vida a los restos", contó.

"También nos llaman personas que aún tienen a sus mascotas vivas, pero quieren conocer cómo funciona este procedimiento", cerró.

"Era la única posibilidad de no alejarnos de él, era tenerlo en casa en su cajita y con una placa".

Karina Aguilera,, dueña de Max."