Gabriela Mistral integracionista
El 7 de abril recién pasado se conmemoraron 130 años de su natalicio y, a modo de homenaje a la más ilustre de las intelectuales chilenas, quisiera destacar un aspecto que es poco conocido y discutido, me refiero a Gabriela Mistral como una integracionista latinoamericana. Además, lo fue no solo en el discurso sino en los hechos.
Le tocó vivir un periodo muy complejo para el mundo: dos guerras mundiales, el surgimiento del fascismo y del comunismo, la persecución al pueblo judío, etcétera. En Chile supo del Frente Popular, de la reforma a la educación pública y de la reforma agraria. Sabíamos de su pacifismo militante frente a las atrocidades que se vivían en Europa (recordemos su ensayo sobre "la palabra maldita", la palabra Paz). No es casualidad que le otorgaran el Premio Nobel en 1945.
También sabíamos de su quehacer como educadora que la llevó a México en 1922, donde fue más querida y valorada que en Chile. Existe un bello libro titulado "Croquis mexicanos". Sin embargo, es menos sabido de su presencia en Colombia, Otto Morales Benítez, rescató la obra de Gabriela en ese país en tres volúmenes (tuve la suerte de haberlos conseguido) bajo el título: "Gabriela Mistral: su prosa y su poesía". Quizás más conocida fue su presencia en Guayaquil en 1938, pues al año siguiente desde Ecuador (y Chile) se impulsó la candidatura de la Mistral al Nobel de Literatura. No ahondaremos de su presencia en España, Portugal, Italia, Brasil, Estados Unidos, etcétera. Solamente diremos que, en todos esos países y otros, como Argentina y Perú, cultivó grandes amistades, pero siempre fueron personalidades proclives a la integración de nuestra América.
Como le solía suceder a las grandes mujeres de esa época, estuvo siempre rodeada de hombres en esas cruzadas intelectuales. Respecto de la integración latinoamericana, muchos nombres se destacan, todos hombres, excepto dos: Gabriela Mistral y Victoria Ocampo. Además, fueron entrañables amigas.
Una vez dijo: "He vivido en una sociedad que me despreciaba por mal vestida y mal peinada". Es el momento no solo de apreciarla, sino ubicarla en el lugar que le corresponde: ¡la más notable de todas!
El manuscrito de "El grito" de Gabriela Mistral comienza así:
¡América! ¡América! ¡Todo por ella; porque nos vendrá de ella, desdicha o bien!
"Es el momento no solo de apreciarla, sino ubicarla en el lugar que le corresponde: ¡la más notable de todas!".
Sergio González Miranda, Premio Nacional de, Historia 2014"