Siempre se escucha o se lee sobre la pachamama, la madre tierra en los pueblos originarios de la sierra y el altiplano tarapaqueño pero nada se recuerda de la Mamacocha, la madre mar, de la cual se refiere el Inca Garcilas de La Vega en sus "comentarios reales". Desde luego no están los changos, los habitantes originarios del litoral de Tarapacá, que vivían de la explotación de los recursos que generosamente ofrecía la mar. Es conveniente levantar el espeso manto del olvido de este antecedente del pasad incásico de Tarapacá. Hoy San Pedro es el patrono de los pescadores de Iquique, Pisagua, etc.
Prefiero llamar al mar por su término femenino, por la importancia que ha tenido y tiene por su generosidad en entregar sus recursos primero a los changos y después a los pobladores que se instalaron luego de la llegada de los españoles a Tarapacá y que mucho más tarde quedaron a merced de la explotación industrial que se hizo en forma irracional durante el auge de la captura de la anchoveta.
El escritor cuzqueño Garcilaso de la Vega manifiesta que "Los de la costa de la mar, además de otra infinidad de dioses que tuvieron, adoraban en común a la mar y le llamaban Mamacocha , que quiere decir Madre Mar, dando a entender que con ellos hacia oficio de madre en sustentarles con su pescado". Tarapacá formaba parte del Collasuyu en el extenso Imperio Incaico.
El cronista hispánico Antonio Vásquez de Espinosa señala que en el distrito de Arica que abarcaba la actual región de Tarapacá hay "otra mina misteriosa" en esta tierra para el socorro de los pobres, la cual es que por los meses de febrero y marzo vienen tan grandes cardúmenes de peces pequeños y grandes, como las anchovetas, pejerreyes, tomollos, mojarras y otros diferentes peces. Los cardúmenes de peces eran perseguidos por los ballenatos, espadartes y lobos marinos por una parte, mientras las ávidas aves marítimas se lanzaban de picada por otro lado, ante esta situación los peces se acercaban tanto a la playa que se varaban en grandes cantidades, lo que favorecía a los lugareños a hacer una abundante recolección de estos.
Francisco Vial Gormaz (1880) nos entrega una información interesante de la abundancia de peces en la costa de Tarapacá bajo bandera chilena: congrio colorad; corvina; dorado; cabrilla; liza; pejerrey; papaneagua; sargo; albacora o pez espada (larga y planada); peje aguja (corta y redonda); la carne de la albacora era muy apreciada y se vendían en el mercado. Pesan las mayores hasta 251 kilos.
Antes que empezara la actividad de la gran industria pesquera de Iquique, en la costa había una gran abundancia de albacora. El viernes santo del 19 de abril de 1946 chenta albacoras con un peso de 14.700 kilos fueron internadas al mercado municipal. En los años 50 arribaron acaudalados empresarios extranjeros atraídos por la pesca deportiva de alta mar. En 1953 Mr. Lou Marron capturó una albacora de 535 kilos a 20 millas frente a Iquique, un récord mundial. Eran otros tiempos. El panorama actualmente es distinto, conocemos cuáles son las razones.
Mamacocha representa la creencia de un pueblo que veneraba a la mar como su generosa madre que le brindaba su sustento diario.
Mario Zolezzi